𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮𝟵: 𝗹𝗮 𝗰𝗵𝗶𝗰𝗮

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No podía imaginar hasta qué punto debía ser duro ver esas fotos en una pantalla que ocupaba toda una habitación, pero me hacía una idea al darme cuenta de que ni siquiera quería levantar la cabeza para verlos en pantalla grande y prefería mirar el dossier que Ewan nos había preparado para que lo estudiásemos a fondo.

—¿Qué puedes decirnos de Jason Banks? —Willa frunció las cejas, sentándose al borde de la mesa. Escudriñó la pantalla con atención, a la espera de que Quinn desvelase algo sobre él.

—Regenta una hacienda de ovejas al sur del Bosque para dar comida a los soldados. Quiso subirle el precio de la carne a mi padre, y bueno... —Alzó una ceja, soltando un suspiro—. No creo que tenga mucha influencia, es muy... Susceptible a la sugestión.

—Que tiene la personalidad de un boniato, vamos —resumí, provocando en ella una pequeña risa que se esforzó por ocultar, sacudiendo la cabeza—. ¿Qué me decís de ese tío? Hank Stromfield, dueño de las minas del Desierto.

—Tampoco, murió hace un par de meses. Pero ese sí que nos podría servir. —Quinn señaló a su dossier—. Marcus March, juez. Es el mejor amigo de mi padre y el que permite que se mate sin ningún castigo. Cada vez que mi padre tenía problemas, lo llamaba a él.

—¿Qué clase de problemas tenía tu padre? —Preguntó Willa, girándose para captar su atención.

—No lo sé, pero para pedir ayuda a un juez... —La muchacha alzó una ceja, sacudiendo la cabeza.

—Ewan, hackea las cuentas de este tío. Si encuentras algo interesante, nos lo dices.

Las horas en aquella sala se hacían eternas. Yo no estaba hecha para estar estancada en un despacho diseñando planes, lo mío era salir ahí y pegar puñetazos al que se cruzase no revisar todos y cada uno de los movimientos que hacían los hijos de puta que había en aquellos dossiers. En un momento levanté la cabeza y quise dejar de mirar papeles para mirar a Quinn, que parecía inmersa en la investigación.

Con una mano inmersa en el pelo, el ceño fruncido y un lápiz en la mano, Quinn estudiaba a cada hombre que se le había acercado. No tenía rastro de dolor o rabia en su rostro, lo único que había en él era interés, esfuerzo y empeño porque eso saliese bien. No me imaginaba lo duro que debía ser confabular contra tu padre con las personas que siempre te dijo que eran monstruos, que criminalizó y persiguió hasta que todo estalló. Sin embargo, en sus ojos cargados de fuerza, no se veían remordimientos o dolor por ir contra su padre; había sed de venganza.

—¡Tengo las imágenes que buscabais! —Ewan vino corriendo hacia nosotras para mostrarnos el archivo de vídeos que había encontrado—. Hay asesinatos, torturas... —Su voz denotaba cierto entusiasmo, el cual no tardamos en detectar y quedarnos mirándole. Parecía que hablaba de un descubrimiento arqueológico o si hubiese encontrado la forma en que los hombres cis pudiesen quedarse embarazados. Pero no, era algo cruel y desagradable.

—Ewan, ¿eres necrófilo? ¿Te la cascas viendo estos vídeos?

—¿Qué? ¡No! —No pude evitar reírme, era tan inocente que apenas se había percatado de eso—. Era la emoción de tener contenido que mostrar. ¿Queréis verlo?

—¡NO! —Exclamamos Willa y yo al unísono. Quinn lo miraba cruzada de brazos y con un gesto de disgusto en el rostro, desencajando la mandíbula.

—Pásale las imágenes a Mads y pídele que identifique a las víctimas. Tenemos que saber quiénes son antes de publicarlo. —Ewan asintió, retirándose con la cabeza fija en el dispositivo que llevaba entre las manos.

Miré de reojo a Quinn, que parecía ausente en la sala. No quiso pronunciar una palabra sobre eso y la entendía. Entendía lo crudo que debía ser que tu padre fuese un asesino y ver cómo practicaba esas torturas con gente inocente mientras tú lo tenías como una persona ejemplar. Todos los buenos recuerdos que tenía de él debían pasarse por su cabeza como una de las películas de lo que antes llamaban Hollywood, haciéndola sentir culpable por ser su hija.

cielos de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora