Capítulo 2: Contrato de Sangre

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La joven sentía su cuerpo y párpados bastante pesados. Era de esperarse, pues no había dormido desde el incidente de Kanae, todo por buscar al asesino de su maestra. Pero. ¿Cómo llegó a quedarse dormida?

De pronto, aquella memoria regresó a su cabeza, ella a mitad de cortar la cabeza de un demonio.

«¿Acaso logré matarlo?» Se preguntó entredormida. Luego, recordó el fuerte dolor en su cabeza que posteriormente la dejó inconsciente. «Maldita sea. ¡Quién fue el desgraciado que me lanzó esa piedra!»

Sentía el calor y la suavidad de una manta, así que supuso que alguien la había encontrado desmayada. Extrañaba su hogar, su cama, así como los desayunos con todos en la finca mariposa, pero en especial, la sonrisa de su amiga. Sentía que su corazón iba a explotar apenas volviera a ver a Shinobu, pues la había dejado sola con el cuerpo de Kanae; es por ello que le daba miedo regresar.

—¡Vaya! ¡Está muy sabroso! —Mencionó una voz familiar.

Tan pronto como la escuchó, la ojiazules se levantó de golpe y ahí lo vio, aquel ser seguía vivo. Pero, más que cualquier otra cosa. ¿Por qué alguien ayudaría a un demonio? ¿Por qué le daría ropa nueva? ¿Por qué le daría de comer? Y en especial. ¿Por qué un demonio estaría comiendo algo diferente a carne humana?

_____ se encontraba sentada en un futón cercano a la puerta de la habitación, y al lado de ella había una pequeña mesa repleta de varios platos y tazones vacíos; finalmente, al otro lado del mueble se encontraba aquel ser con palillos y un tazón de fideos en sus manos.

—Ya despertaste. —Habló el pelirrosa, luego de pasar los fideos.

La cazadora se quedó completamente boquiabierta al ver al demonio comer como un ser humano. ¿Acaso seguía durmiendo? ¿Cómo sobrevivió el pelirrosa a pesar de exponerse al sol?

—Qué demonios...

Le era bastante extraña esa situación, pero, al estar frente a un demonio, no se lo pensó mucho y buscó con la vista la empuñadura de su catana. Pero, no aparecía por alguna esquina de la habitación y, al no haberla encontrado, saltó sobre su oponente desesperadamente. El de ojos peculiares se movió rápidamente al otro lado de la habitación, aun con el tazón en manos.

—Como mínimo deberías dejar comer en paz a las personas. —Comentó, mientras se llevaba otro poco de fideos a la boca.

—¿Dónde estoy? —Preguntó en un tono amenazante.

De repente, detrás suyo se abrió otra puerta y de ella salió una anciana con otra chica. Ambas mujeres parecían ser solamente unas simples campesinas, pero, ¿acaso no se dieron cuenta del peligro que corren en aquella habitación? La albina preocupada por la situación de ambas, se puso frente a ellas e intentó cubrir cualquier punto vulnerable.

—Manténganse detrás de mí. —Ordenó, sin perder de vista a aquel demonio en ningún momento.

Por su parte, la anciana se encontraba feliz, pues aquel joven de tatuajes había disfrutado de su comida; mientras que su nieta se hallaba bastante confundida con la actitud de la ojiazules.

—Oiga, señorita —Intervino la joven pelinegra —, no cree...

—Dígame.

—Bueno, no cree que lo mínimo que debería hacer es disculparse con el joven. —Agregó la anciana con una sonrisa.

—¿De qué habla? —Cuestionó, mientras volteaba a ver a las civiles.

—¡Ahí está! —Se hoyó a las afueras de la casa.

La más joven de las dos salió corriendo, mientras que el semblante de la anciana cambiaba a uno de preocupación. La albina y el pelirrosa se vieron sorprendidos por las voces de varios hombres afuera, por lo que el otro terminó su plato lo más rápido que pudo y comenzó a prepararse para la huida; sin embargo, la chica no pensaba en irse sin el puñal de su catana.

HILO DE SANGRE (Akaza y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora