Capítulo 21

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La mañana había llegado y, esta vez, ______ no cerró sus ojos en ningún momento. Se hallaba feliz de haber podido sobrevivir al primer día de su entrenamiento; mas, sabía que no lo hubiera logrado ilesamente sin ayuda del demonio.

—Akaza, gracias por...lo de anoche. —Jugó con sus dedos.

Se limitó a decir eso, puesto que, aun tenía algunas palabras más que dirigirle al pelirrosa. Su orgullo se negaba a expresarlas.

—De nada. —Dijo, mientras veía la salida de la cueva iluminada por los rayos del sol.— A cambio, dame un poco de tu sangre.

—¿Qué piensas hacer? —Miró extrañada al demonio.

—Explorar. Sería bastante aburrido quedarse en esta cueva todo el día.

—Bien, pero solo te pido que no vayas a acercarte a la zona en la que esté entrenando; o de lo contrario, tu cabeza saldrá rodando por los aires.

—Como si eso fuera posible. —Rio por la advertencia de la albina.— De acuerdo.

—Y también busca ser lo más silencioso posible. Mi maestro tiene muy buen oído. —Cortó su mano. —Por cierto, ¿cuánto tiempo piensas quedarte en esta isla?

—Lo necesario.

Tras la fría respuesta, Akaza pasó a beber el líquido carmesí; cosa que, como es bastante común en ______, le provocó esa incomodidad.

—Apresúrate. —Ordenó, mientras apretaba su puño. —¡Dioses, por qué siempre tiene que pasar esto!

—Sabes, hubiera hecho el intento de llevarme prestado algún recipiente —contestó, apartándose de la chica—, pero, quien se iba a imaginar que te encontrabas aquí.

«Justamente, había convencido a alguien para que me regalara uno». Suspiró la cazadora, mientras recordaba la prisa del pilar por llevarla a su nuevo entrenamiento.

Ambos salieron de la oscuridad de la cueva y, para su sorpresa, todo parecía lucir intacto. No había ni un solo árbol caído, animal muerto o rastro de la fuerte tormenta; cosa que dejó bastante extrañada a la albina. Sus dudas eran muchas, pero, cuando quiso preguntar a su socio, este rápidamente se metió al bosque.

—Al menos sería agradable que dijeras un "hasta pronto". —Tuvo la misma sensación del camino.

_______ se dirigió a la playa. En su camino notó que todo lucía exactamente igual, además del hecho de que volvió a sentir la esencia de los diferentes animales. «¿Tendrán algún escondite especial?». Esa duda vino a ella, mientras iba a la playa. «Si ese es el caso...talvez podría refugiarme con ellos en próximas ocasiones».

El mar se mostraba sereno, las olas acariciaban la arena blanquecina y el cielo estaba despejado, era perfecto para un día de descanso. Muy contradictorio a lo que ocurría en la noche. A la lejanía se visualizaba el pequeño bote con su maestro; esta vez, acompañado por las tres mujeres. Nuevamente, como ocurrió con todos sus maestros anteriores, a pesar de tenerlos ante sus ojos, apenas podía percibir una pizca de su esencia.

—¡Señor Tengen! —Gritó alegre, alzando sus manos.

El pilar mostró una gran sonrisa, pues, la chica no había fallado a sus expectativas. Se hallaba prácticamente ilesa, exceptuando su atuendo, el cual pasó de ser de un celeste impecable al de un marrón plomizo.

—Nada mal, niña. —Habló, tras desembarcar en la playa.— Los últimos cazadores que pisaron esta isla, a parte de mí, acabaron muertos... pero eso no es tan importante.

—Me...me está diciendo que usted logró... —Sus ojos brillaron.

No era menos de esperarse de un pilar. Esa era la fuerza que ella deseaba alcanzar y superar.

HILO DE SANGRE (Akaza y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora