Capítulo 12: Por los viejos tiempos (PARTE II)

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La albina se hallaba tirada en el piso, mientras observaba con terror como Sabito apuntaba la catana a ella. Ese era el precio que _____ debía pagar, sin embargo, no quería aceptarlo. No quería aceptar que ahora la vieran como un demonio. La esencia del miedo se hallaba mezclada con la de la confusión y la ira; a la par que, el de cabellos rojizos ya ni siquiera sabía cuál era el lazo que tenía con la ojiazules. ¿Qué era el ser que se encontraba frente a él?

Giyu se encontraba detrás de Sabito sin saber cómo intervenir en la situación. Sentía que, de no hacer algo, aquella tensión acabaría en una pelea. No entendía a la albina y mucho menos al pelirrojo.

—Oigan...esto solo es un malentendido. —Habló el pelinegro.

—Sabito...

—¡Cállate! —Gritó el pelirrojo. —¿Cuánto tiempo pensabas engañarnos? Todo este tiempo resultó que sí eras un demonio.

—Claro que no. —Negó con la voz quebradiza.— No soy una de esas criaturas.

—¡Deténganse! —Intervino Giyu, tras tomar el valor de meterse entre ambos niños; pero, ya era demasiado tarde.

—¡¿Tienes idea del daño que tu especie ha provocado en nosotros?! —Preguntó iracundo al recordar sus días anteriores a querer ser un cazador de demonios.— Mi familia, la de Giyu y la de muchos otros han muerto por culpa suya.

_____ se quedó en silencio e, inevitablemente, al escuchar las palabras de su hermano, las lágrimas se hicieron presentes. Eran como cuchillas en la piel, jamás esperaba oírlas por parte de Sabito; pero, ese era el precio que estuvo dispuesta a pagar por evitar la muerte de su familia. ¿Ya no había vuelta a atrás?

—¡Ya cállate! —Exclamó nuevamente Giyu, listo para desenvainar su catana. —¡No permitiré que le hables así a nuestra hermana!

—Ella no es mi hermana.

Tras tal negación, el pelirrojo saltó y, como un rayo, evadió con facilidad al ojiazul, se colocó tras él; y de una sola patada lo envió contra un árbol. Tenía el camino libre para poder cortarle la cabeza a _____, mientras tanto, ella no hacía si quiera un movimiento para huir. Sabito clavó ligeramente el arma en el cuello de la niña y la sangre se hizo presente; haciendo que las prendas blancas se tiñeran del rojo carmesí. La albina seguía sin creer lo que estaba pasando, sin embargo, apenas sintió aquel líquido recorrer su pecho, miró a Sabito e imaginó que eso iba a ser lo último que vería en su vida: Su hermano a punto de decapitarla.

"Ahora somos hermanos", la voz de _____ resonó en la cabeza del de la cicatriz. Esas habían sido las primeras palabras de la niña cuando el señor Urokodaki lo trajo a su casa. Por alguna razón, los ojos de aquella niña de entonces no se le hacían los mismos que los de la actual _____. "Claro que sí, los tres éramos huérfanos, pero, cuando el maestro nos acogió en su casa...creó un lazo entre nosotros cuatro. Eso nos hace familia". Esas palabras fueron las que le dirigió a Giyu cuando lo trajeron al monte Sagiri; las mismas que eran difíciles de olvidar para los tres. Al recordarlas, el pelinegro intentó recomponerse, mas su cuerpo lo desobedecía.

La catana de Sabito se encontraba lista para decapitar a la albina; sin embargo, en el momento menos oportuno, otra memoria volvió a retener el filo de la hoja a escasos milímetros del cuello. Era aquella noche de tormenta. La pequeña no paraba de temblar por los constantes truenos e inevitablemente, iba a ponerse a llorar por tal motivo.

—¿Qué voy a hacer contigo si te asustas fácilmente? —Cruzó los brazos, molesto por la interrupción de la ojiazules.— Vas a ser una cazadora, así que no te pongas a llorar por una tontería.

—Es que tengo miedo. —Reclamó, mientras se cubría sus oídos por los truenos a la distancia.

_____ no paraba de temblar hasta que, al igual que una niña pequeña, Sabito la tomó de la mano.

HILO DE SANGRE (Akaza y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora