Capítulo 31

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Suma abrió los ojos lentamente, luego de escuchar a la distancia la voz de _____ negarse una y otra vez y, cuando se detuvo, un gran miedo la hizo despertar por completo. Se hallaba bajo la sombra de un árbol, viendo como Uzui había cortado por la mitad la pierna de la chica.

Akaza apenas había alcanzado a tomarla de la mano cuando llegó el albino, mientras que la cazadora respiraba con pesadez, observando como su pierna desaparecía entre las hojas. Eso la hizo estremecer, pues no podía, o más bien, no quería imaginar lo que hubiera pasado si su maestro no llegaba a tiempo.

—Muchas gracias, señor Tengen.

—Menos mal —suspiró, aliviado, sentándose sobre sus rodillas—...por un momento pensé que habías muerto. —Acarició la cabeza de su aprendiz, luego, sacó la botella de calabaza.— Para ser tan pequeña tienes muy mala suerte.

Apenas destapó la botella, el demonio se percató del contenido. Era la sangre de la albina, lo cual solo le confirmó su suposición, Mamoru había muerto. Sin más preámbulos, el pilar le hizo beber la sangre de una sola pasada a la chica. Luego, se levantó y se dirigió con Suma. No pareció importarle en lo absoluto la presencia de Akaza, lo que resultó en que el pelirrosa y la albina se miraran confundidos.

Uzui solo se hallaba centrado en su esposa, la cual sonrió temblorosamente cuando él se puso delante de ella. Luego, con mucho cuidado la cargó entre sus brazos.

—Lo siento, Suma. —Susurró, lo cual provocó al instante los fuertes llantos de la pelinegra.

—¡Dónde estabas! ¡Pensé que habías muerto! —Lo abrazó con todas sus fuerzas.— ¡Me dolió cuando esa roca me golpeó contra la pared!

La ojiazules lloraba con todas sus fuerzas, moqueando un poco en el proceso; mientras tanto, el cazador solo se limitaba a acariciarle el cabello. Sentía una gran alegría al poder escuchar los latidos de su corazón, pues, cuando oyó el movimiento de las rocas más allá de la entrada y el pequeño grito de la pelinegra, volvió a sentir esa misma y profunda tristeza en su corazón; esa misma que sintió con la pérdida de sus hermanos.

A la distancia, se escuchaban los pasos apresurados de la de mechones rubios, la cual, al llegar suspiró aliviada. Sin embargo, volvió a su rígida expresión cuando vio a Uzui con varios rasguños y cortes por todas partes, incluso la tela de la banda en su cabeza apenas podía sostenerse.

—Se suponía que irías para ayudarlos con sus heridas. —Reclamó, mientras pellizcaba a la pelinegra, quien chilló al instante.

—¡Eso duele mucho, Makio! —Sus llantos resonaron con fuerza en los oídos del albino.

—Llorona. Por eso debí ir yo, al menos no hubiera perdido el botiquín. —Gritó, furiosa.— Uzui debe estar demasiado cansado como para cargarte ahora mismo ..!Deja de llorar o te daré verdaderas razones para hacerlo!

El más alto intervino y con otra suave caricia en la cabeza de la de ojos amarillos, logró tranquilizarla.

—Solo tiene una herida en la cabeza, estará bien. —Sonrió. —No te preocupes.

Él lo había notado desde hace un buen rato. Makio tenía miedo de perder a su amiga y los fuertes latidos de su corazón lo demostraban. Ella desvió la mirada, mientras rápidamente se limpiaba una lagrimita que se le había escapado. Suma dejó de llorar y, descansando en el pecho de su esposo, le mostró su mano a la de mechones rubios, la cual, la tomó con fuerza.

Mientras tanto, Akaza y ______ observaban la escena.

«Qué estupidez». Pensó el pelirrosa, recordándola inconsciente en la cueva. «De no ser por ______, ella ya estaría muerta». Gruñó, levantándose del suelo.

HILO DE SANGRE (Akaza y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora