Capítulo 32: Pelea amistosa

335 35 2
                                    

Akaza yacía descansando bajo las sombras de un árbol. No tenía ganas de entrenar y ya había tenido suficiente con las preguntas de las mujeres del cazador. Le habían generado una gran duda con respecto a los únicos tatuajes que mostraba, aquellos anillos pintados desde su muñeca a la mitad del brazo. Ni siquiera el mismo demonio sabía su significado y no fue hasta que Hinatsuru lo comentó casualmente. Marcas que se les hacía a los criminales cuando eran atrapados.

«Me pregunto si me habrán cortado las manos alguna vez». Esa duda lo llevaba a cuestionarse más su origen. ¿Cómo fue que Muzan lo transformó en demonio? Su mente se llenaba de posibles respuestas. Desde una rendición de cuentas, a ser herido de gravedad en un intento de robo o asesinato, y aun se hallaba suelta aquella memoria bajo la lluvia.

¿Quién fue antes de convertirse en un demonio?

Se dijo a si mismo que su pasado no importaba, pero, la verdad era que, en lo más profundo de su corazón, deseaba recordar esa pequeña parte de él mismo. Mientras se ponía a pensarlo a profundidad, sus cejas se fruncían cada vez más y junto a la comisura de sus labios, solo parecía mostrar más frustración e ira. No estaría pensando en esas cosas de no ser por una sola persona, esa misma que lo llevó a cometer locuras a las espaldas de su amo.

—Joven Akaza. —Habló el pilar del sonido, sentándose frente al posible criminal.— ¿Quieres hacer una pequeña pelea?

Aquella pregunta hizo que los ojos ámbar de Akaza se abrieran de par en par. Esperaba cualquier cosa menos eso. La cazadora no estaba y dos de las tres pelinegras lo alentaban a aceptar, confiadas más que nada de la fuerza de Tengen.

—Ningún demonio ha podido ganarle hasta ahora, ni siquiera cuando comenzó a ser cazador. —Comentó Makio con la cabeza en alto.

El pelirrosa rio entonces. Ninguno lo sabía, pero, estaban frente a la tercera luna demoniaca. Puede que inevitablemente esté debilitado por la sangre de la albina, pero, aún tenía suficiente fuerza como para hacerle contra a un pilar. Necesitaba medir sus límites con mayor rigurosidad y que mejor que con uno de los más fuertes cazadores de demonios; por esto mismo, aceptó sin rodeos. Aunque, le resultaba lamentable no poder comer la carne de su oponente por esta ocasión.

Se puso en posición de ataque rápidamente, cosa a la que el pilar sonrío y, mientras retrocedía para posicionarse, pudo notar que a quien acababa de retar parecía ser alguien hábil en artes marciales. Ambos iban a contenerse hasta donde viera necesario, si es que, por parte de Akaza, la sangre de la ojiazules no hacía eso por él.

Mientras tanto, la albina descansaba bajo una palmera en la playa. Necesitaba un pequeño tiempo a solas después de todo lo ocurrido. En su mente, no había logrado un resultado tan bueno como ella quería. Se tardó más de lo pensado y gastó bastante energía en situaciones que pudo evitar si tomaba la decisión correcta.

«Aun sigo actuando como un animal al borde de la muerte». Pensó, mientras recordaba situaciones parecidas de su pasado. Una pierna, un brazo, regenerarlos le era un gasto de energía innecesario que podría evitar fácilmente. Pero, cuando menos se da cuenta ya los perdió y alguien más viene a ayudarla como ocurrió con su hermana, con Giyu, con Sabito, Kyojuro y muchos más.

Apretaba sus puños con fuerza, pues era consciente de que aún le faltaba mucho para llegar a cumplir la promesa que le hizo a Sabito en su lecho de muerte.

—______, hola. —Intervino Suma, saliendo de la jungla. Luego, con las manos detrás suyo se acomodó a un lado de la albina.— ¿Te molesta que te acompañe?

—No, no tengo ningún problema. —Una sonrisa se dibujó en su rostro nuevamente. Estaba tan metida en sus pensamientos que la esencia de la pelinegra se había vuelto imperceptible hasta que ella habló.

HILO DE SANGRE (Akaza y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora