Capítulo 33: Confesiones

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A pesar del mal rato que pasó por su insípida victoria, Akaza se sentía algo curioso por conocer a otro pilar. Estaba tomando nota mental de cada uno de sus oponentes en caso de que se los topara en una situación diferente. Primero, estaba aquel que vio con la albina en ese camino y después, estaba Uzui. Conocía a dos oponentes formidables de la compañía de cazadores de demonios y muy pronto a otro más, sin embargo, lo que no esperaba era ver una cara conocida.

—Hola, Akaza. —Habló en su mismo tono neutral, tras ver al pelirrosa parado en el claro.

La sangre le hirvió por un momento, puesto que, aun le dolía esa patética derrota de aquella vez.

—Giyu. —Sonrió forzosamente, luego, notó a ______ junto a su hermano, mirándolo con los mismos ojos inexpresivos que él.

Luego, detrás de ellos, apareció Uzui un tanto intrigado por la situación.

—Giyu, ¿tú también lo conoces?

—Cuidó a mi hermana la noche que ambos nos embriagamos por primera vez.

—El mundo es bastante pequeño, ¿verdad, pequeña Chinen? —Rio, mientras acariciaba la cabeza de su tsuguko.

Ella solo se limitó a asentir. Por su lado, el trío saludó cortésmente con una pequeña reverencia al pilar recién llegado. Pero, ¿por qué el hashira se encontraba ahí? La respuesta era incluso desconocida para Tengen y eso solo podía significar un mal augurio.

No pasó mucho tiempo para que se dirigieran a la entrada de la cueva donde duerme ______. Ambos pilares se pusieron a hacer una pequeña reunión improvisada, dejando un cuervo vigilando a las pelinegras, así como a ambos jóvenes. Esperaron un rato en la oscuridad de la cueva, buscando atrapar a algún curioso que quisiera escuchar su conversación; fue entonces que, tras unos minutos, Giyu habló:

—Un demonio ha llegado a la isla.

Uzui asintió soltando una pequeña risita.

—Descuida, ya me encargué de él. Casi muero por su rabieta final.

Tras el despectivo comentario, narró los hechos desde que mandó a su discípula a la cueva y el cómo salió desde uno de los grandes agujeros cubiertos por maleza. También mencionó los grandes destrozos que encontró en las cavernas, sin embargo, prefirió volver a confirmar que el demonio de la roca había muerto.

—Es bueno saber que contribuyó asesinando a un demonio formidable. —Intervino, con su mismo rostro neutral.— Pero, lamento decirle que al que me refería ahora mismo anda suelto por esta isla.

Ante aquellas palabras, Uzui hizo memoria en el incidente de un pueblo al sur de Japón. Había sido masacrado en su mayoría por un gran grupo de demonios. Liderados por uno al que hacían llamar Ayumu, separaron a la gente en base a ciertos criterios y dejaron con vida a tan solo cinco de los más de doscientos habitantes. Todo fue tan rápido que, cuando los primeros cazadores llegaron al lugar, ni siquiera había la cuarta parte de los pobladores. Por lo que se cuenta, el destrozo de los demonios fue tal que, nadie podría imaginarse que alguna vez existió una aldea por ahí.

Según los testimonios de los dos supervivientes que cooperaron con la compañía, hubo cuatro demonios que estaban principalmente involucrados en el incidente; de los cuales, por el trauma y el miedo, solo dieron vagas descripciones. Del que se sabe más, Ayumu, es un demonio capaz de controlar el agua en sus tres estados, por lo que se le atribuyó la intensa niebla que había alrededor de todo el pueblo esa noche. Luego, estaba una con el control sobre las plantas, otro con la capacidad de hipnosis y, finalmente, uno que hacía de juez sobre un gran pedestal de roca. Los cuatro actualmente son perseguidos por pilares y, al parecer, Uzui sacó la gallina de los huevos de oro, pues, sus sospechas eran correctas con respecto a los peligros de la isla.

HILO DE SANGRE (Akaza y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora