Capítulo 9: ¿Nostalgia?

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A pesar de que la albina dijo que iba mantener vigilado al demonio toda la noche, apenas le bastaron un par de horas para quedarse dormida y, cuando se dio cuenta, ya había amanecido. Solo pasó un mes, pero la joven ya se había acostumbrado a dormir por las noches. Si sus maestros la vieran de esa manera, ya le hubieran caído un sinfín de regaños apenas hubiera cerrado los ojos.

Parte de la luz ingresaba por la tela, al ver esto, _____ se levantó creyendo que la tercera superior había aprovechado para irse; sin embargo, apenas volteó a ver el otro futón, ahí se encontraba Akaza. Dormía igual de rígido que una roca, mientras que, desde hace un buen rato, los tatuajes en su rostro habían regresado.

—¿Akaza? —Pronunció, tallándose los ojos, pues seguía sin creer que el demonio se había quedado dormido.

Jamás vio dormir a uno de ellos, ni siquiera cuando vivió con uno. Eso impulsaba una gran curiosidad en _____. Un tanto dudosa, se acercó al de ojos ámbar y, al encontrarse bastante cerca, tocó su mejilla. "Quien lo diría, es casi como un cadáver", pensó, tras sentir su piel helada.

—¿Qué haces? —Intervino, aun con los ojos cerrados.

—¿Desde hace cuánto estás dormido? —Preguntó, apartándose de Akaza.

—Mas o menos...unos minutos después de que tú lo estuvieras. —Respondió, mientras pasaba a sentarse en el futón; luego, soltó un fuerte bostezo. —Quería ver si podía hacer que el efecto de la sangre durara más.

Inspeccionó su cuerpo, solo para notar que el tono pálido y los tatuajes habían vuelto.

—Pero, parece que no lo logré.

Aún seguía sin entender el funcionamiento de la sangre de la joven.

—¿Cuánto duró el efecto anterior? —Dijo _____, mientras recordaba haberle dado un vaso entero de sangre.

—Dos días. —Suspiró.

—No suenas satisfecho. —Comentó, cruzada de brazos.

—Me metí en uno que otro problema, pero ya no importa.

La cazadora curiosa por lo recientemente dicho, deseaba hacer más preguntas, mas Akaza apenas vio que estaba por abrir la boca, interrumpió:

—No te metas, como tú dices, eso no te consta.

—Que aburrido. —Infló sus mejillas.

La albina se puso a buscar la esencia de alguien por los pasillos y, tras no sentir a nadie, sacó la piedra de anoche. Por fortuna para ella, debido a la cena, tenía oculto entre las mangas de su haori, un vaso de té. La albina no paraba de bendecir dicho objeto, pues, ya no soportaba tener su mano en la boca del demonio.

Por la queja de Akaza, esta vez le dio medio vaso de sangre. Y en buena hora que lo hizo, pues, al igual que una mariposa, la mujer nuevamente hizo presencia en la habitación. Una suave sonrisa y su actitud, igual de tranquila que las aguas de un lago, hacían que aquel lugar fuera de los favoritos de _____ para descansar. No importaba que tan lejos quedara de ella, siempre buscaba reposar en aquella casa.

La mujer les ofreció un pequeño desayuno, en el cual, por la cercanía de la ojiazules con la familia, fueron acompañados por estos mismos. Lo que debía ser una simple y corta comida, pasó a ser un gran bullicio; provocado principalmente por _____ y los tres hijos de la familia Fujimoto. Por su lado, aquello le provocaba a Akaza una extraña sensación de envidia y nostalgia. Había algo en esa familia que lo hacía querer retroceder el tiempo.

Finalmente, la mujer y su familia se despidieron de ambos jóvenes en la entrada de la puerta.

Pasaron las horas, y ahora ambos se encontraban en camino a la segunda y última aldea para finalizar su viaje. El cielo se encontraba despejado y la ligera brisa era como una melodía para la albina, la cual, no paraba de dar saltitos. Mientras tanto, Akaza se encontraba observando los alrededores del camino. No podía ver a algún animal por los árboles o entre los arbustos, pero, disfrutaba oír el canto de las aves a la distancia; le sonaban mucho mejor que el de los búhos, lechuzas y grillos por las noches. Además, no se cansaba de la cálida sensación que le daban los rayos del sol.

HILO DE SANGRE (Akaza y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora