—Cien, ciento uno, ciento do...
—Desviaste la dirección de la hoja. —Intervino el pilar desde las sombras de un árbol.— Otra vez.
______ se hallaba practicando su agarre con la catana. El sol era abrasador y sus brazos se sentían al borde de derretirse. El veneno mezclado con el peso de los brazaletes hacía que fallara varios de ellos, cosa que si llegaba a ver o escuchar Uzui, al instante la hacía reiniciar su cuenta.
En palabras de la cazadora, sería un entrenamiento simple, de no ser porque su cuerpo a veces no parecía obedecerla. Con el pasar de los días, el pilar agregó brazaletes a sus pies y un collar el doble de pesado. No podía quitárselos, ni siquiera para dormir. El hecho de que sus huesos no se hubieran roto ya era bastante milagroso para ella y las tres esposas del pilar, las cuales, creían que la trataba como esclava; de por si, se les fue bastante claro la lentitud de la albina en sus próximas prácticas.
Al menos, una vez por semana, Tengen venía en un barco más grande en el que, además de las chicas, venía con un par de cazadores y varios objetos dignos de un gran día de playa. La misma ______ incluso se encargó de llevar un pequeño carruaje con Makio, Suma y Hinatsuru encima.
—Si lo deseas podemos bajarnos para alivianar el peso. —Sugirió Suma, notando como la chica incluso mostraba sus venas por el esfuerzo.
—No...se...preocupen. —Sonrió con dificultad, mientras que cada palabra parecía arrancarle todo el aire de los pulmones.— Esta...uf...es la primera vez...en mucho tiempo que...me esfuerzo de esta manera. Además...ya me estoy...acostumbrando.
«Pobre niña, no me imagino su rostro al ver que aumentaran su dosis en la comida y el peso de sus brazaletes». Pensó Makio, angustiada por la inevitable muerte de la albina.
Al final, su maestro optó por hacer que su tsuguko repitiera ese paseo por la playa semanalmente. Todos los días, debía presentarse en la parte este de la isla, luego iniciar con las típicas prácticas que hacía en todos sus entrenamientos anteriores. Después, le seguía una pequeña práctica de combate; esta consistía en ella teniendo que enfrentarse a una de sus tres nuevas amigas. Más tarde, se venía un almuerzo que, si bien no llevaba veneno de glicinia, tenía de pez globo generalmente. Para finalizar, el pilar la dejaba en la entrada de la cueva con su cena preparada, un kunai igual de envenenado que la comida y órdenes de meditar, esto con el objetivo de fortalecer su "sexto sentido", que es así como llama Tengen a la habilidad de la chica.
A esas alturas, incluso Akaza se veía preocupado por la albina. Cuando notó la palidez de su rostro y la dificultad para respirar, ofreció algo de su sangre para poder relajarla por las noches, pero, la testarudez de su socia se lo negó por completo. Las ansias de ser más fuerte se reflejaban en todo su ser, cosa que impresionaba bastante al demonio.
—Si buscas ser más fuerte, ¿por qué no te conviertes en demonio? —Preguntó, mientras observaba como cada bocado tensaba a la ojiazules.
—Eso jamás. No puedo, no debo y no quiero.
—Vamos, ______, incluso podrías ser mucho más resistente que ahora.
—¿Puedes dejar de insistir? —Dejó de comer, esta vez, angustiada. El tema de los demonios era bastante delicado para ella.— No quiero y punto. Detesto a los demonios, así que ni loca me convertiría en uno.
—Un rotundo no, eh.
La tristeza atacó a la cazadora, quien, tras varias noches de tormentas apenas podía evadir el recuerdo de su familia original. Había ignorado casi con éxito las ilusiones de la voz de su madre, hermana y padre; pero, parece que todo fue en vano. Solo bastó una pregunta de Akaza para llevarla a ese límite.
Fue entonces que, entre los truenos y el chapotear de las gotas, la albina soltó sus primeras lágrimas silenciosas. «Como odio las tormentas. En serio las odio». Pensó, tratando de ocultar su tristeza entre la oscuridad y su comida. Por otro lado, otra vez, esa desesperación surgió del frío corazón de Akaza. ¿Es qué detestaba verla llorar por muestra de debilidad, o era por algo más? Esa duda parecía que no lo iba a dejar en paz hasta que esas lágrimas cesaran.
—______, ¿por qué...tú...hmm? —Se le hizo un nudo en la garganta.— No es nada.
Al final, decidió limitarse a acariciar su cabeza, cosa a la cual estaba acostumbrada, pero no de él. Era un toque suave y amable, lo cual le recordaba al trato de Giyu y al confort que le daba estar con sus amigos en la finca mariposa. Ese demonio solía tomarla por sorpresa, mas, esta vez, parecía hacerlo para bien.
—Eres un demonio bastante extraño. —Comentó, luego de limpiar sus lágrimas.
Pasaron las horas y faltaba poco para el amanecer, fue entonces que, por unos segundos, se sintió la presencia de otro demonio por la isla. A la perspectiva de ella parecía ser uno fuerte. La presencia de este era lo que Akaza y su maestro llevaban esperando desde que llegaron a la isla.
—No salgas y mantente lo más oculta posible. —Ordenó antes de salir de la cueva en busca de su objetivo.— El sol saldrá pronto, hasta entonces —sus entrañas comenzaron a revolverse por lo que estaba por decir—...ten...cuidado, por favor.
Ella asintió, bastante sorprendida por las palabras del pelirrosa; sin embargo, esa sensación salió de su cabeza por completo al recordar las palabras de su maestro. Mientras que la albina se la pasaba entrenando, los demás exploraban todo el lugar con la esperanza de hallar un objetivo común. Por esos motivos, el pelirrosa casi era descubierto en múltiples ocasiones. Una vez, Uzui se topó con un conjunto de cavernas en uno de los montes. Al investigarlos, escuchó el sonido de pasos descalzos por la cueva. La misión de la tercera superior era otro demonio, no un humano, así que, optó por ocultarse. «No debo perder el tiempo». Eso pensaba cada vez que se topaba con el pilar. Las ansias por un combate lo carcomían por dentro, pero, el asesinarlo incluso podía llegar a no complacer a su jefe.
En su lugar, prefirió practicar y mejorar ciertas técnicas, cosa por la cual a veces acompañaba a la albina en sus momentos de meditación. Tarde o temprano uno de sus objetivos se vería obligado a regresar a esa isla y, para bien o para mal, la cazadora era una buena manera de atraerlo a donde él quería. Eso mismo pensaba Tengen, por lo cual, solía preguntarle sobre la presencia de demonios por las noches.
Así fue como pasó el primer mes de ______ en su entrenamiento y, muy pronto, ella vería resultados satisfactorios.
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HILO DE SANGRE (Akaza y tú)
FanficTras un inesperado resultado, ____, una cazadora de demonios, se ve obligada a hacer un pacto con uno: Akaza, la tercera luna superior. NOTAS DE LA AUTORA: Créditos al autor original del manga "Kimetsu no yaiba" y a los artistas de las imágenes.