Años atrás, _____ se dirigía a la prueba final para convertirse en una cazadora oficial de demonios. Finalmente, tras mucho tiempo de espera, volvería a enfrentarse a aquellos seres. Seres con los cuales compartía sangre. Ya ni siquiera sabía por qué su insistencia de continuar en aquel mundo de muerte; mas, una extraña voluntad la motivaba a seguir por ese camino. A seguir buscando a su padre.
—¿En qué piensas tanto? —Preguntó el de cabellos rojizos, tras darle una palmadita en el hombro. —Es como si ya hubieras tirado la toalla.
—¡Claro que no! —Exclamó la pequeña, con el rostro tan rojo como el tomate.— Tonto, es obvio que no entiendes lo que pasa por mi cabeza.
—¿Verdad, Giyu? —Se dirigió al pelinegro, quien se hallaba más callado de lo normal.
Sus manos se aferraban a la catana en su cintura, era como si el pequeño sintiera que ya se hallaba luchando por su vida. "¿Este miedo es normal?", se preguntó al observar a sus dos hermanos, sonrientes y tranquilos. "Es como si no le temieran a lo que está por venir". A pesar del apoyo de ambos, aún mantenía mucho de su miedo a los demonios; ya que, el tan solo recordar lo de aquella noche, lo hacía temblar. Sin embargo, de repente, los brazos de la albina lo rodearon, pues había sentido la ligera esencia del miedo.
La de ojos peculiares siempre le pareció algo extraña, pues, de alguna manera, sentía que había algo raro en ella. Incluso la temía al momento en el cual comenzó a vivir con ella y Sabito, a pesar de eso, siempre era la primera en consolarlo; y no solo a él, sino que también a su maestro y a su amigo. En esos entonces era todo un misterio como podía detectar tu tristeza, ira e incluso, a un demonio a varios kilómetros de distancia. Era magia casi auténtica para ambos niños.
—Todo estará bien, Giyu. —Dijo _____.
—Sí, Giyu. —Agregó el de la cicatriz, uniéndose al abrazo.
—¿Desde cuándo te gustan los abrazos? —Rio la niña.
—No arruines el momento.
Giyu mostró una suave sonrisa, cosa que, cuando ambos niños la vieron, se soltaron del abrazo.
—Verás que dentro de poco estaremos siendo el equipo especial de la compañía de cazadores de demonios. —Agregó con la frente en alto.
Los ojos de la pequeña no paraban de brillar, pues se imaginaba un futuro tranquilo y divertido con sus dos hermanos; recorriendo el mundo mientras cazaban demonios.
—Sabito — habló, colocándose frente a ambos chicos —, ¿crees que lleguemos a convertirnos en pilares?
—Pues...quien sabe. —Respondió, tratando de buscar la respuesta correcta para su complicada hermana. —Puede que haya personas más fuertes que nosotros.
—Eso no lo hace imposible. —Dirigió su mirada al frente.
Otra sonrisa se formó en ambos chicos.
Les esperaba un futuro incierto, pero los tres estaban dispuestos a continuar por ese camino. Habían sido inseparables desde que comenzaron a vivir en el monte Sagiri, por lo que, jamás permitirían que alguno de ellos muriera.
Pasaron las horas y, finalmente, había empezado a aparecer el característico color violeta de las glicinias. Se hallaban por todas partes; su aroma se impregnaba en las prendas de los aprendices; y los pétalos que caían, parecían una lluvia interminable.
—Así que, esta es la jaula de flores. —Comentó ella, mientras un pétalo caía a su mano. —Es muy hermosa.
Aquel escenario les brindaba una gran tranquilidad, sin embargo, un pequeño escalofrío surgió desde la palma de la albina. Un extraño cosquilleo recorrió todo su cuerpo, era la primera vez que tenía tal sensación. "¿Qué es esto?", se preguntó, al soltar el pétalo violeta.
ESTÁS LEYENDO
HILO DE SANGRE (Akaza y tú)
FanfictionTras un inesperado resultado, ____, una cazadora de demonios, se ve obligada a hacer un pacto con uno: Akaza, la tercera luna superior. NOTAS DE LA AUTORA: Créditos al autor original del manga "Kimetsu no yaiba" y a los artistas de las imágenes.