novio tóxico ✧ haobin

capítulo 22.

Sentía un gran coraje hacía él, no podía soportar el hecho de que me había estado engañando por tanto tiempo, tampoco podía soportar saber que yo había sido tan estúpido por no haberme darme cuenta. Pude aguantar sus celos posesivos y tontos, pero ¿que me fuese infiel? no, eso nunca. Yo podría ser un sumiso si se trataba de tener su amor, pero jamás tan imbécil como para hacer como si nada después de saber que se había revolcado con quien sabe cuantas personas.

Me sentía tan enojado que todo el dolor y tristeza que antes tenía por estar separado de él se había ido, ahora sólo quería mandarlo al mismísimo infierno. No espere más, las clases terminaron y sabía que Hanbin estaría esperándome para hablar sobre lo nuestro.

Y si, vaya que yo iba a hablar.

Ahí estaba él, apoyándose de su auto, tenía unos lentes de sol sobre su cabeza y fumaba un cigarro tan tranquilamente. Pero en cuanto me vio, le dio la última calada y observé cómo lo apagaba.

Decidido a mandarlo a la mierda de una vez por todas, llegué hacía donde estaba.

—Zhanghao... bebé—me saludó con una sonrisa triste—¿Por fin hablaremos?

Yo no le contesté, en su lugar impacte con todas mis fuerzas mi palma sobre su mejilla haciéndole voltear el rostro. Él se sobó rápidamente y me miró con el ceño fruncido.

—¿Por qué fue eso?

—¿Por qué?—repetí de forma burlona—Por ser tan imbécil, por seguir siendo un maldito hipócrita, por eso.

Se quedó callado y yo no pude hacer lo mismo.

—¿Creíste que no me iba a enterar de tus malditas infidelidades?—él se asombro ante mi comentario—Si, así es, ya sé todo. ¡Sé que te has revolcado con tantas personas, que me has visto la cara de idiota todo este jodido tiempo!

—¡No... eso no es cierto!

—¿Y todavía te atreves a seguirme mintiendo?—pregunté sin poder creer lo cínico que era—¡Nunca dejas de mentir y mucho menos vas a cambiar!

—Lo siento, Zhanghao, lo siento tanto—intentó tomarme de las manos pero no lo deje—No quise decírtelo porque sabía que te pondrías así, pero yo quiero cambiar, no quiero perderte.

—Ya no te creo, tus promesas ya no valen nada para mí—me mordí los labios tratando de no ser débil, debía mantenerme fuerte—Eres tan hipócrita y falso, siempre celándome por cualquier cosa, cuando tú hacías aquello que tanto temías.

—Lo sé, soy el peor, soy un asco—se ofendió a sí mismo y buscó mi mirada con desesperación—Pero voy a ser diferente, esta vez habló en serio... cambiaré.

—Ya lo pensé y no volveré a repetirlo—agarré todo el valor que tenía para decirlo—Hemos terminado para siempre y no voy a retractarme.

Hanbin estaba desesperado, lo sé. Se notaba en su rostro, en sus movimientos, pero no me importaba. Merecía estar así, merecía sentirse roto y muy dolido. Durante toda nuestra relación yo había sido el único que se había sentido así y ahora era su turno.

Hanbin me tomó de la mano evitando que me marchara y al mirarlo me di cuenta que estaba llorando. Aquello hizo mi corazón estrujarse, mirarlo así me hacía sentirme muy mal cuando creí que mi corazón no se removería, pero claro estaba... no iba demostrarlo. Ya era hora de ver por mi mismo, de buscar mi propio bienestar.

—No, por favor... no me termines—me suplicó con lágrimas en los ojos y supe que en realidad estaba sufriendo porque no le importo que alguien lo viese así—No hagas esto Zhanghao, te lo ruego.

—Lo siento, pero ya tomé una decisión.

—Te lo juro, voy a cambiar. ¿Qué quieres que haga? soy capaz de arrodillarme—hizo lo mencionado; se arrodilló y yo me sentí fatal por eso—Perdóname amor, lo siento tanto... nunca quise hacerte daño, perdóname.

—Pues lo hiciste y demasiado—fue lo último que le dije para después marcharme y dejarlo ahí solo, llorando y arrodillado.

—¡Zhanghao, no! ¡vuelve aquí!—le escuché gritar—¡Bebé, no te vayas... mi amor!

Me dolía escucharlo así, por mucho coraje que sintiera debido a su traición, no me iba a dejar de importar tan rápido, yo lo amaba. Si, estaba dispuesto a olvidarlo, pero lo amaba tanto y me hacía sentir horrible escucharlo tan mal. Porque en el fondo sabía que Hanbin también me amaba, pero no había tomado las decisiones correctas, había fallado y los errores tenían consecuencias.

—¡Espera, joder!—dijo mientras caminaba detrás de mí y yo sabía que no me iba a dejar ir, por eso busqué desesperado a la primera persona que conocía y sin permiso entré a su automóvil.

—Por favor, arranca—le rogué a aquel chico.

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¡gracias por leer!