❪ 𝟑𝟓 ❫

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CAPÍTULO TREINTA Y CINCO | HOGAR !

EMMA




Cuando abrí mis ojos con pesadez, al sentir los suaves rayos solares en mi rostro, de repente todo mi cuerpo dolió. Sentía las piernas adormecidas y una insoportable presión que ardía como el infierno en mi abdomen. No tenía las fuerzas ni las ganas suficientes para levantarme de la cama y las sedosas sábanas me invitaban a quedarme un rato más.

Cuando pude hallarme en tiempo y espacio de donde me encontraba, noté que unos ojos cafés intensos ya se encontraban mirándome y en cuanto notaron que estaba despierta, se achinaron por la sonrisa que se ensanchaba en su rostro.

— Buenos días, preciosa —saludó Tom, con la voz ronca. Su mano estaba enganchada en mi cintura y mi pierna rodeaba su cuerpo con comodidad—. ¿Cómo te sientes?

— Buenos días —contesté, correspondiendo gustosa el besito que me daba en los labios—. Estoy algo adolorida.

— ¿Sí? —inquirió con preocupación, y su expresión pasó a ser una de culpabilidad—. ¿He sido muy brusco anoche?

— No, no —aseguré, ahuecando sus mejillas para brindarle leves caricias en ellas—. Supongo que es lo normal cuando tienes tu primera vez.

— ¿Dónde te duele? —quiso saber, curioso—. ¿Quieres que te haga masajes?

— Ya se me pasará —aseguré entre risas, enternecida por su preocupación—. Con unos besitos igual y me ayudas.

Tom también rió, volviendo a unir nuestros labios en un dulce beso.

— Menos mal que te despertaste, estaba hambriento —admitió, acomodando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

— ¿Y por qué no bajaste? —fruncí el ceño, confusa por el hecho de que no se fue a desayunar simplemente.

— No quería que te despertaras sola y no me vieras a tu lado —explicó para luego enterrar su rostro en la curvatura de mi cuello. Sonreí acariciando sus trenzas. Bueno, viéndolo desde ese lado tenía razón. No me hubiese gustado abrir los ojos y estar sola en esta enorme cama, era mejor sentir sus brazos a mi alrededor conteniéndome, así que me sentía agradecida que haya tenido en cuenta ese detalle tan importante. De repente, los recuerdos de anoche cayeron como agua por mi cabeza. Sus caricias, sus besos, sus gemidos –y los míos también, dios mío qué vergüenza–, descubrí que cuando estoy caliente tiendo a decir cosas que jamás me atrevería a decir estando pues... no caliente—. ¿En qué piensas?

Odio que me conozca tanto o que yo sea tan obvia, porque sentía que mis mejillas estaban sonrojadas de una manera impresionante. Y él, al no escuchar respuesta de mi parte, levantó la cabeza de mi cuello para observarme. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro.

— Oh... puedo imaginar en lo que piensas —decretó, trazando figuras imaginarias en mi cintura—. Te he corrompido, bienvenida al mundo del sexo, cariño.

Rodé los ojos por la risita que soltó.

— Ni siquiera estuvo tan bueno —mentí, solo para no subirle el ego que ya de por sí lo tenía por las nubes. No hacía falta que siguiera alimentando eso. Pero la verdad era que fue maravilloso, y no tenía ni idea de lo bueno que sería tener sexo. Me había estado perdiendo un mundo interesante.

shameless ;  ❪   tom kaulitz.   ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora