❪ 𝟑𝟎 ❫

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CAPÍTULO TREINTA | VUELTA A CASA !

EMMA

La vuelta a casa fue más deprimente de lo que imaginé, aunque mi padre estaba más que contento cuando le comenté que estábamos en el aeropuerto esperando el vuelo hacia Alemania, nosotros deseábamos poder quedarnos más tiempo. Lástima que yo tenía una cosa llamada Universidad a la que debía seguir asistiendo, por lo que no podía continuar en Taiwán como si nada. Ya estos días me he atrasado con montones de trabajo, y no quiero ni imaginar lo que sería ponerme al día. Pero por suerte contaba con unos amables compañeros que seguro me ayudarían con eso.

La primer mitad del viaje me senté con Tom. Descubrí que su love language era el contacto físico constante, incluso más que yo, porque desde que apoyé el trasero en ese asiento, no me ha soltado. Sin exagerar.

— Cuéntame de nuevo como te diste cuenta que yo te gustaba —pidió en un tono bajo ya que el silencio en el jet era bastante notorio, mientras acariciaba mi cabello con delicadeza.

— Tom, lo acabo de hacer hace diez minutos —espeté extrañada, desde que nos subimos me ha pedido que le cuenta una y otra vez como me di cuenta que estaba perdida y locamente enamorada de él. Quité la mirada de la pantalla en donde se reproducía una película que evidentemente no íbamos a ver y cuando vi su cara, me hizo una expresión de cachorro mojado—. Tenía quince años...

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? —me interrumpió en un lloriqueo, enterrando la cabeza en mi cuello sonando arrepentido. Solté una risita, palmeando su espalda de manera reconfortante—. Yo no me hubiese negado, de verdad.

— Eso no lo sabes —puntualicé, encogiéndome de hombros—. Quizás me rechazabas, me rompías el corazón y dejaba de sentir cosas por ti —dudo mucho que eso hubiese pasado, pero de nada servía que nos lamentáramos por cosas del pasado, éramos unos niños apenas, por lo debía que debía convencerlo de eso para que dejara de culparse por haber sido un ciego.

— Menos mal que eso no pasó —asintió estando de acuerdo con mis palabras. Subió su mano hasta mi nuca para acercarme a él y depositar un suave beso en mis labios. Ya está, no me dejó terminar la historia pero mejor. Creo que me va a pedir que se la repita hasta que se duerma si seguimos así.

Nos separamos por un carraspeo bastante sonoro e imposible de ignorar. Mis ojos vagaron al pasillo del jet, y sonreí al encontrarme con Bill que estaba parado observándonos con las manos en sus caderas.

— Muévete —le ordenó a Tom, haciendo un gesto como que se hiciera a un lado del asiento.

— ¿Eh? No —el de trenzas me abrazó contra él, negando con la cabeza repetidas veces—. Yo viajo con ella, hemos perdido mucho tiempo, Bill. ¿Sabías que está enamorada de mí desde los quince?

Puse los ojos en blanco.

— No lo sabía pero me hacía una idea —contestó de forma burlona—. Ella y yo tenemos mucho de que charlar, así que adiós.

— No.

— Sí.

— No.

— Tengo mis derechos, es mi mejor amiga desde hace diez años —decretó, alzando sus cejas con escepticismo.

— Pero ella es mi... —Tom dejó inconclusa la frase, por lo que lo miré curiosa. Pues no habíamos oficializado nada aún y Bill lo sabía perfectamente, por lo que lo observó burlón—. Ella es mi Emma.

— Yo en la vida pasada debo haber tenido que ser un gran hijo de puta para tener que aguantarme estas cosas —suspiró el pelinegro con frustración, apretando el puente de su nariz con los dedos—. Solo conversaremos un rato, Tom. Luego te devuelvo el maldito asiento.

shameless ;  ❪   tom kaulitz.   ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora