❪ 𝟐𝟎 ❫

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CAPÍTULO VEINTE | MARIACHIS Y
CITA ARRUINADA !

TOM

En cuánto llegué a mi casa solté un suspiro cansado. Dejé la llave del auto en la canasta donde Bill me obligaba a dejarla para que no las perdiera como solía hacer, y en cuánto pasé por la sala me lo encontré sentado en el sofá comiendo esas horribles palomitas que hace en el microondas y tienen un sabor a plástico impresionante.

No entendía como podía gustarle esa mierda.

— ¿Sales esta noche? —preguntó ni bien pasé por le frente de él, para dejarme caer en el sofá individual con vagancia.

— No creo —negué, recostando la cabeza y soltando un suspiro. Habíamos estado todo el día con entrevistas, reuniones de aquí para allá y lo que menos quería ahora era salir—. ¿Tú?

— Nah —hizo una ademán con su mano, ni siquiera me ofreció esas horribles palomitas porque sabía que se las mandaría a guardar—. Entonces podemos hacer noche de películas, ¿qué te parece?

Pues nada mal. Por fin podría ver una buena película de acción y no una mierda como... como la Sirenita por ejemplo.

Puse los ojos en blanco de solo pensar en ella. Sus ojos verdes que me miraban furiosos cada vez que la cagaba, o en esa sonrisa tímida que me dedicaba cuando le decía algo para ponerle nerviosa.

Últimamente tenía la facilidad de cada cosa con la que me cruzara relacionarla con ella, y me molestaba. Porque no podía ver nada con normalidad que ya se me venía a la cabeza. Cuando pasaban por la radio esas canciones ridículas que tanto le gustan, cuando veo unos putos pinceles, cuando huelo un aroma a cereza, cuando veo vestidos floreados, cuando...

— Hey, te estoy hablando —se quejó Bill, rápidamente sacudí la cabeza y lo miré. Estaba enarcando una ceja en mi dirección—. ¿En que piensas tanto?

En Emma.

— Nada —aseguré. No me creía absolutamente un carajo, lo sabía. Él lo sabía. Todos los sabíamos—. Solo estoy cansado.

— Hipotéticamente haremos que te creo —arrastró sus palabras con desdén, y continuó comiendo—. Pero no lo hago —aclaró—. Entonces... ¿películas o no?

— Sí, sí —asentí acomodándome en el sofá. Era extraño que una noche de películas no estén cosa uno y cosa dos, y por cosa uno me refiero a Bill y cosa dos a Emma. Les encantaba maratonear esas películas cursis que solo a ellos podrían gustarles y normalmente era yo al pobre que dejaban de lado—. Que raro no hayas invitado a Emma.

Traté de ocultar mi tono de curiosidad, Bill me conocía tanto como yo a él y se daba cuenta de las cosas. No quería que cuestionara acerca de mi repentino interés por ella. Porque como me preguntara el porqué... ni siquiera yo sabría qué responder.

— No podía hoy —por suerte estaba más interesado en nuestro catálogo de películas que en la sencilla pregunta que yo había hecho.

— Ah... —musité con simpleza, concentrado en agarrar la lata de coca de la mesita de en frente y darle un sorbo.

Nos quedamos en silencio. Él trataba de elegir lo que veríamos y yo pensaba en porqué Emma no podía.

shameless ;  ❪   tom kaulitz.   ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora