[11] [Parte 1]

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Los pasillos se llenaron de sirvientes estresados, así como diseñadores y decoradores retrasados

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Los pasillos se llenaron de sirvientes estresados, así como diseñadores y decoradores retrasados.

«¡La tela! ¿Dónde está?» «¡Aún no hay suficientes mesas!» «El rey pidió que se vieran bien el lugar, no que parezca circo. ¡Cámbienlo!», gritaban, llenos de exasperación por el baile anunciado.

Todos estaban emocionados por el baile y quedaron encantados con la idea, especialmente Helios, quien saltaba de alegría. El sol apenas salía y todo el castillo estaba despierto realizando sus tareas con un gran entusiasmo contagioso.

—¡Señorita! Es hora de que se despierte —tocaron la puerta de Teodora—. ¡Señorita!

Teodora, aún en un profundo sueño, se removió en su cama al sentir la vibración de las voces lejanas. Pero al abrir los ojos, su rostro se iluminó con una sonrisa al recordar el baile de esa noche. La alegría se apoderó de ella y se levantó de un salto, lista para comenzar el día con energía. Su corazón saltaba de felicidad al saber que conocería a su gente, sin tener que escabullirse. Esta vez sería ella, sin miedo, con su pueblo. Un poco de felicidad en su infierno.

—Ya, ya estoy despierta, damas —dijo Teodora al abrir la puerta y ver a Leah y Karen—. Hoy es un gran día, ¿no creen?

—Por supuesto que lo es, alteza —concordaron ellas al unísono.

La sirvienta fue directo a abrir las cortinas, mientras que la doncella buscaba un atuendo para el ensayo del baile. En cambio, Teodora se acercó a la ventana y abrió los brazos para recibir los primeros rayos de sol de la mañana. El castillo estaba impregnado de un ambiente festivo y se podía escuchar el sonido de la música de fondo.

—Estoy tan emocionada por el baile de esta noche —expresó Teodora con una sonrisa—. Al fin podré conocer a mi pueblo y ver sus caras.

—Será una noche maravillosa, princesa —respondió Leah.

Karen había preparado varios vestidos para que Teodora pudiera elegir, quien se acercó al armario y comenzó a revisar las opciones. Finalmente, se decidió por un vestido de color escarlata, con detalles de encaje en las mangas y en la falda.

—Este vestido es perfecto para la ocasión —dijo Teodora, admirándose en el espejo mientras se colocaba el vestido sobre su ropa como prueba—. Gracias por tu ayuda, Karen.

A pesar de su entusiasmo por el vestido, Teodora se sentía desilusionada y ansiosa al tener que ponerse un atuendo sencillo para el ensayo. Descendió al comedor para desayunar antes de la prueba de baile, emocionada por lo que la noche podría traer y deseosa de conocer mejor a su pueblo.

Después de disfrutar de un desayuno ligero, se dirigió al salón de baile. Al abrir las puertas, se encontró con un espacio magníficamente decorado, lleno de colores apropiados para la ocasión. La música sonaba suavemente de fondo y notó que allí estaban sus hermanos y Demeter.

Los Siete Sacrificios [EN CORRECCIONES ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora