[12] [Parte 2]

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En el reino de New Sun, una tragedia sin precedentes sacudió los cimientos del castillo

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En el reino de New Sun, una tragedia sin precedentes sacudió los cimientos del castillo. Parte de su estructura había sido destruida y un rastro de sangre y muerte marcaba su suelo. Entre las víctimas se encontraba la hija menor de la realeza, cuyo cuerpo sin vida yacía sin vida en el suelo. La heredera al trono, gravemente herida, luchaba por no perder la vida.

Derek, Ulises y Jonh ladraban órdenes, preocupados por la semidiosa.

—Llévenla rápido con los curanderos! ¡La princesa Teodora se está desangrando!

—¡Hay demasiada gente! ¿Dónde la pondremos?

—¡No importa donde se ponga, si no la atienden morirá! ¡Aún es semidiosa, puede morir!

Teodora había perdido el conocimiento y no tenía idea de cuánto tiempo había pasado.

Al despertar, un dolor punzante en el abdomen la hizo quejarse. Trató de moverse, pero se dio cuenta de que la estaban cargando y trasladando en algún lugar. Estaba completamente a ciegas, sus sentidos estaban adormecidos, y le dolía la cabeza. Intentó abrir los ojos, pero no pudo. Solo logró mover sus manos sobre su abdomen, en un intento desesperado de detener el sangrado. La situación parecía sombría, y Teodora no tenía idea de lo que sucedería a continuación.

Aún se escuchaban llantos, personas adoloridas y lamentos desesperados. El humo por las explosiones todavía persistía y el olor a sangre se hacía presente.

Teodora rechinó los dientes tratando de tolerar el dolor ardiente en su abdomen, y mantenerse consiente. Su cabeza dolía como si hubieran miles de afíleles en ella.

Derek, Ulises y John continuaron dando órdenes, mientras corrian de un lado a otro, intentando encontrar una solución para salvarla. La multitud alrededor de ellos siguió creciendo, aumentando la presión y el caos reinante en el lugar. El tiempo corría en contra de ella.

Finalmente, lograron encontrar un espacio para tenderla en el suelo. La depositaron bruscamente, para que los curanderos comenzaran a trabajar incansablemente para detener el sangrado y estabilizar sus signos vitales.

Teodora trató de hablar, pero solo emitió un gemido, desesperándose al no poder ver ni comunicarse con su entorno.

—Tranquila niña, no te esfuerces —dijo Ulises, acariciando su cabello.

—¡General te requerimos en la zona afectada! —llamaron a lo lejos.

—Ve, Jonh. Yo me encargo de protegerla —se ofreció el anciano.

—Yo debería ir con padre, me necesitan al frente —mencionó Derek.

—Pueden irse, estará a salvo conmigo —los convenció Ulises.

Teodora escuchó pasos alejándose.

—¿Estará bien, verdad? —preguntó Ulises.

—Intentamos hacer lo posible, pero el sangrado es muy abundante. Tiene heridas y fracturas graves, además de que el cristal que le atravesó el abdomen llegó muy adentro —respondió una voz masculina, quien Teodora sospechó que era uno de los curanderos que la atendían.

Los Siete Sacrificios [EN CORRECCIONES ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora