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—¿Supusiste que te escaparías y no pasaría nada? —Helios se sentó sobre el escritorio, dejando una pierna colgando—

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—¿Supusiste que te escaparías y no pasaría nada? —Helios se sentó sobre el escritorio, dejando una pierna colgando—. Pues, te equivocaste. Eres terriblemente inmadura e incapaz de tomar decisiones coherentes.

La exasperación de Teodora crecía a causa de las constantes disputas y las decisiones caprichosas de su padre. Su fallido intento de escapar solo había intensificado su frustración. Ahora, atrapada en una nueva discusión acalorada, estaba decidida: no permitiría que la situación continuara sin luchar por un cambio.

—¿Yo decisiones incoherentes? Tú eres él que vendió a su hija impulsivamente a un hombre desconocido.

—Sigues siendo una niña, no lo entenderías —Helios agarró la corona que estaba a su derecha y se la colocó con ambas manos—. Es por eso que le pedí personalmente a la Diosa Hela que te retenga los dones.

Teodora, al oír esa declaración, sintió una mezcla de decepción, incertidumbre y, sobre todo, enojo.

—¿Que? ¿Es una maldita broma? ¿Helios?

—Teodora, esto no es una broma. Después de que te recuperaron, Hela me informó que tus dones estaban retenidos debido a Odessa. Le rogué que por favor los mantuviera bloqueados.

—¡Exijo que se me devuelvan mis poderes! —Teodora recalcó a gritos.

—No hasta la boda. Eso garantizará que cumplas con tu parte del acuerdo.

Teodora apretó los puños, luchando por controlar su frustración. No podía creer la frialdad de su padre, el rey. Sin embargo, trató de mantener la compostura.

—¡No es justo! —dijo Teodora—. Siempre me tratas como si fuera una niña. Estoy cansada de que me subestimes. ¡No puedo seguir así!

El rey la miró con desdén y suspiró, visiblemente cansado.

—Ya basta, Teodora. Estoy cansado de las actitudes inmaduras. Es momento de que te retires y pienses en tus acciones..

Teodora rechinó los dientes.

—No te atrevas, no te atrevas a decirme que me vaya, y esperar que me marche sin objeciones, porque me acabas de arrebatar algo importante para mi, además de mí libertad.

—No me importa cuán importante sea para ti. El respeto por las reglas y el matrimonio es fundamental —gruñó Helios—. Si no puedes aceptarlo, entonces tendrás que enfrentarte a las consecuencias.

Helios hizo un gesto con la cabeza como si estuviera indicando algo a alguien, aunque solo estaban ellos dos. Al menos, eso fue lo que pensó Teodora, porque de repente unas manos la rodearon, creando una conexión que penetró en su subconsciente. Un sueño repentino la hizo bostezar y sus párpados se cerraron mientras perdía la conciencia.


Un gran golpe despertó a Teodora y, alarmada, abrió los ojos, viendo vio a Eva y Natasha con almohadas en las manos, ambas mirándola expectantes.

Los Siete Sacrificios [EN CORRECCIONES ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora