Teodora se encontraba sumida en una profunda oscuridad que la privaba de toda noción del tiempo. La tenue luz que emanaba de la antorcha que había tomado al inicio del camino apenas lograba disipar las sombras, afectando su vista y extraviándola en ocasiones.
El adentrarse en esa vasta opacidad y soledad le resultaba arduo, pues el temor la embargaba.
Imaginaba los más nefandos escenarios donde su vida peligraba o seres espectrales se manifestaban. La incertidumbre la conducía a reflexionar sobre la posibilidad de fuerzas malignas relacionadas con los sacrificios y hechizos de la reina Isabella, que pudieran haber quedado atrapadas en aquel lugar, si es que tales suposiciones resultaran ciertas.
Cada paso que daba resonaba en el silencio sepulcral, intensificando la sensación de ser acechada por ojos invisibles que espiaban desde las sombras. No obstante, a pesar de la soledad y el miedo que la envolvían, se recordó a sí misma su valentía y su propósito.
El inconveniente era que, desde niña, temía a la oscuridad, y ahora se encontraba sola en un tenebroso y ancestral sitio. Solo la acompañaban las esquivas siluetas de las ratas y el polvo acumulado por el paso de las épocas. Sin embargo, decidida a enfrentar cualquier desafío, se adentraba cada vez más en la profundidad de aquel enigmático pasadizo, con la esperanza de desenterrar respuestas que saciaran su curiosidad y proteger a su reino de cualquier amenaza que pudiera surgir. Aunque el miedo seguía acechándola, su valentía y determinación eran sus aliados en aquella peligrosa travesía. Luchaba contra su imaginación, recordándose a sí misma que debía mantener la calma y no dejarse llevar por el recelo infundado mientras proseguía avanzando con cautela, atenta a cualquier señal o pista que pudiera guiarla hacia la verdad.
De repente, el rostro de Teodora chocó contra algo metálico y frío, lo suficientemente grande para ser del tamaño de una persona. Al acercar la antorcha, pudo contemplar una puerta metálica con barrotes finamente trabajados y una cerradura singular que no necesitaba llave, sino que estaba dotada de una extraña hoja afilada.
Intrigada por el hallazgo, ella examinó detenidamente la cerradura, la cual parecía estar protegida por símbolos y runas ancestrales talladas con maestría. Era evidente que aquel acceso tenía un propósito oculto, uno que solo sus ancestros podrían comprender. Aunque sospechaba que era para evitar que cualquiera pudiera usar los túneles como escape, no era de sorprenderse tanta seguridad y preocupación en los pasadizos. Su linaje siempre había sido receloso o, como su madre decía, "cuidadosos". De esta manera, habían preservado a lo largo de los siglos sus valiosos secretos, misterios y, por supuesto, su seguridad, asegurándose de que solo aquellos dignos de su legado pudieran acceder a ellos.
Intentó forzar la cerradura con los extraños símbolos tallados, teniendo cuidado de evitar cortarse con el filo que esta llevaba. Sin embargo, sus esfuerzos resultaron en vano, ya que la cerradura parecía resistirse a cualquier intento de manipulación.
ESTÁS LEYENDO
Los Siete Sacrificios [EN CORRECCIONES ✓]
FantasyAdéntrate en un mundo donde la Diosa del inframundo arrasa con todo, incluso con el corazón de la princesa. El reino de New Sun se encuentra inmerso en una catástrofe, donde misteriosos asesinatos y sacrificios tienen lugar en el castillo, desencade...