*2 días después*
Dos días después de la tragedia y la terrible masacre, el reino se encontraba en un estado de conmoción y devastación. Todos se esforzaban por reparar los daños causados y superar la inmensa pérdida de la princesa Natasha, hermana menor de la heredera al trono. El aire cargado de tristeza envolvía cada rincón del palacio, sumiendo a la familia real en una profunda aflicción.
En ese día sombrío y desgarrador, los súbditos y altos funcionarios se congregaron para rendir su último adiós a la amada princesa. Las banderas ondeaban a media asta, reflejando la tristeza generalizada que embargaba a todos los presentes. El sol parecía haberse ocultado tras un manto de nubes grises, como si incluso la naturaleza llorara la partida prematura de la joven noble.
Desde temprano por la mañana, el palacio había sido adornado con flores blancas y velas encendidas, creando un ambiente solemne y reverente. Los pasillos resonaban con el sonido apagado de los suspiros y sollozos de aquellos que le tenían aprecio a Natasha.
Sin embargo, la heredera, Teodora, quería esconderse. Esconderse de todos. No estaba preparada para salir y ver miles de rostros desconocidos dándole condolencias. Por lo tanto, se encargó de escabullirse y refugiarse en la terraza del castillo.
En una posición incómoda, observaba en silencio cómo los súbditos y altos funcionarios se congregaban en el jardir para rendir su último adiós a su amada hermana. Derek y Eva se mostraban firmes, pero en sus miradas se notaba el dolor de la pérdida. A Olivia le temblaba la mandíbula, apunto de caer en llantos. Mientras que Helios, contraía su rostro con expresiones de rencor.
Las lágrimas amenazaban a Teodora con desbordarse, pero se obligó a contenerlas. No podía permitirse mostrar debilidad en un momento tan crucial para el reino.
Se pellizcó con la esperanza de despertar y escapar de aquella pesadilla, mas no tuvo éxito. Su realidad seguía siendo la misma.
—En este triste día, nos reunimos para despedirnos de un alma dulce y pura, que no merecía tal final —alzó la voz el sacerdote supremo de New Sun, quien dirigía los templos sagrados.
El sacerdote supremo de New Sun, con su tono sereno y reconfortante, continuó hablando ante la multitud reunida en el jardín del castillo. Sus palabras resonaban en el aire, llevando consuelo a los corazones afligidos.
–La princesa Natasha, hija amada de nuestro reino, ha partido prematuramente de este mundo. Su esencia permanecerá eternamente en nuestros corazones, recordándonos su bondad, su sabiduría y su amor incondicional por su pueblo —declaró el sacerdote, mientras los presentes asentían en silencio, con rostros llenos de pesar—. Que la luz de New Sun te guíe hacia la paz eterna.
Todos asintieron con un desconsolado "Amén". Y aunque Teodora se sintió conmovida por las palabras del sacerdote y por la tristeza de los presentes, también fue golpeada por una ola de enojo y resentimiento. La mitad de ellos ni siquiera habían tenido la oportunidad de conocer a Natasha debido a que Helios los mantuvo encerrados. La hipocresía e injusticia en el aire dejó un amargo sabor en la boca de Teodora, uno que perduraría por mucho tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Los Siete Sacrificios [EN CORRECCIONES ✓]
FantasyAdéntrate en un mundo donde la Diosa del inframundo arrasa con todo, incluso con el corazón de la princesa. El reino de New Sun se encuentra inmerso en una catástrofe, donde misteriosos asesinatos y sacrificios tienen lugar en el castillo, desencade...