Cap 1.

50 2 0
                                    

𝐃𝐚𝐫𝐢𝐨

Nathan me había invitado a una carrera clandestina. Era mi mejor amigo desde hacía unos años y me había convencido para ir a la carrera porque quería que viera a dónde se iba todas esas noches en la que no me molestaba haciendo bromas o con su desastrosa vida amorosa. Llegué cuando todo el mundo estaba ya aunque estuve a punto de no ir.

-¡Darío! -Nathan se acercó a mí y me saludó.

-¿Porqué llegas tan tarde?

-La pelea se alargó ¿Ya ha empezado?

-Está a punto, primero van las motos y luego los coches.

-Pues avísame cuando acaben. -Saqué un cigarrillo y me lo encendí.

-¿Para qué vienes entonces? -Me miró encenderlo.- Anda vamos.

Lo seguí hasta una curva donde había mucha gente apiñada. Esperamos un rato hasta escuchar los motores y un poco después empezaron a llegar las motos. Una detrás de otra con una velocidad que apenas llegabas a ver de qué color eran. Al terminar la carrera seguí a Nathan hasta encontrarnos con un grupo de pilotos. Todos hablaban de la carrera y de las motos.

-¡Me ha fallado la cadena! -Gritaba uno.

-Por lo menos no te has caído. -Dijo otro.

Una moto pasó casi rozándome, del susto se me callo el cigarrillo y me eché hacia atrás .

-¡Mira por donde vas! -Le grité .

-Oye -Me frenó Nathan. -Alana controla, relájate.

-¿Alana? -La miré.

Se quitó el casco y me miró mal. Tenía el pelo negro recogido en una trenza, tenía los ojos oscuros y una mirada de muy pocos amigos .

-¿Tanto te sorprende ver a una tía aquí?

-Claro que no, he visto muchas aquí. -La miré igual de mal.

-¿Te refieres a las de allí? Son las putitas de los demás, ellas no compiten solo se los tiran en la parte de atrás de sus coches.-Todos los demás se rieron.

Me quedé callado y me encendí otro cigarrillo. El resto de la noche pasó rápido, Nathan y sus amigos me introdujeron en su grupo y después de la carrera fuimos a un bar.

-Chicos yo me voy, mañana tengo que trabajar de mañanas. -Dijo Alana y la vi alejarse.

-Está buena eh. -Dijo Eric dándome un codazo. -Creo que le pediré salir así que alejado.

Nathan se rio a carcajadas junto con los demás.

-Te aplastará como a una colilla. -Dijo y le dio un trago a su cerveza. -Tantos años con nosotros y todavía no conoces la regla.

-¿Qué regla? -Pregunté.

-No te enamores de Alana -Me miró.- y mucho menos te declares, es un suicidio.

Me reí un poco y seguimos bebiendo. Nathan se emborrachó tanto que tuve que llevarlo a mi casa, donde desde hacía meses se estaba quedando a dormir.


Eran las tantas de la mañana cuando llamaron a la puerta y al abrir vi a Alana con cara de enfado.

-¿Qué haces aquí?

-Vine a ver al idiota de mi primo. -Pasó empujando mi hombro y fue hacia Nathan.

Estuvieron hablando durante un tiempo y luego ella se fue sin despedirse. La miré salir y rodé los ojos. Acosté a Nathan y me fui a la cama.


Siempre fuimos nosotros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora