Cap. 5

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𝐃𝐚𝐫𝐢𝐨

Eran casi las diez de la mañana y era el único que estaba despierto en casa. Nathan llevaba una resaca encima que no me sorprendía pero no sabía que Alana durmiera tanto.

Subí a la habitación de Nathan e intenté de todos los medios que se despertase pero me dijo que estaba demasiado a gusto. Fui hacia la habitación de Alana y llamé a la puerta pero no me contestaba así que entré. Estaba dormida encima de las sábanas con una camiseta que parecía dos tallas más grandes, se había echo una trenza que estaba ya a punto de deshacerse del todo y abrazaba una almohada con fuerza. Me acerqué a ella mientras la llamaba pero estaba tan dormida que no parecía enterarse. Me senté a su lado y la moví.

-Alana -No me contestó.- ¡Alana!

Se despertó sobresaltada y me pegó un puñetazo. Noté como me palpitaba la cara y la miré. Se echó hacia atrás en la cama y me miró.

-¡¿Qué coño haces en mi habitación?! -Me miraba con rabia.

-Venía a decirte que había hecho el desayuno, casi son las diez y seguís durmiendo.

-Por algo será, estoy cansada. -Se tapó con la sábana.

Iba a hablar pero escuchamos su puerta y la voz de Nathan.

-Alana abre.

Los dos nos miramos en silencio y empezó a empujarme hasta el armario.

-¿Qué haces? -Le pregunté en voz baja.

-No te puede ver aquí. -Me agarró del brazo y la miré.- Después te lo explico. Me dijo y me encerró en su armario.

Podía escucharla hablar con su primo desde allí, había entornado la puerta y podía verla. Se puso bien el pelo y abrió la puerta. Nathan iba en calzoncillos pero parecía que a Alana le daba igual. Escuché como hablaban y Nathan se sentó en la cama.

-¿Sabes dónde está Darío? -Dijo él.

-No ¿Crees que soy su niñera?

-No pero parece que le has caído bien.

-Pues bien por él.

-Y por tí ¿O me vas a decir que a ti no?

-Lo aguanto, como a Eric. -Se cruzó de brazos y miró de reojo.

-Es distinto, a ti te gusta que te vayan detrás y Eric lo está.

La vi apoyarse en la pared y resoplar.

-¿Solo venías para ver dónde estaba tú siamés?

-Si ¿Porqué tienes tanta prisa?

-Porque voy en pijama.

-Si vamos, estás igual que siempre.


Me reí y al ver a Nathan mirar hacia el armario me eché hacia atrás y tapé mi boca. Se me calló un trozo de tela en la cara y me lo quité. Escuché una puerta cerrarse y pasos hacia donde estaba. Alana abrió la puerta enfadada y me miró.



𝐀𝐥𝐚𝐧𝐚



-¿No sabes estar en silencio? -Le recriminé y vi como tenía uno de mis tops en su mano y se lo quité.-¿Qué haces con mi top?

-Se me calló encima cuando intentaba que tu primo no me viera ¿Porqué lo dejas entrar?

-No lo dejé, se coló. Te estaba buscando.

-Ya, lo he escuchado todo, vuestra familia no sabe hablar bajo ¿Verdad? -Sonrió.

-Largo de mi habitación. -Bufé y lo saqué del armario mientras lo empujaba a la puerta.

Se dio la vuelta y me acercó a él.

-¿Tan rápido quieres que me vaya?

-¿Tanto te gusta quedarte?

Me miró, sonrió y salió de la habitación. Cerré la puerta y me volví a tumbar en la cama, miré un rato el armario y el top en mi mano. Ese idiota había estado a punto de que mi primo lo pillase en la habitación, no sabía que diría si eso hubiera pasado pero seguramente me hubiera calentado la cabeza durante horas.


Pasó un rato y salí vestida, fui a la cocina a por algo de comer pero al abrir el frigorífico solo había comida muy rara. Cerré y vi a Darío a mi lado.

-¡Joder!

-Buenos días a ti también. -Sonrió.

Lo miré mal y volví a dirigir mi atención al frigorífico.

-¿Porqué no hay comida normal?

-¿Para ti que es normal?

-Cosas que sepa que son, o que no estén envasadas ¿Y las galletas, las pizzas? No hay ni para hacerse un bocadillo

-Hay muchas cosas. -Abrió del todo y se puso a explicarme.

-Comida de pijos.

-No es pijo, es saber de gastronomía.

-Vale, pues experto culinario, hazme feliz y dame algo de comer. -Lo miré y sonreí burlona.

-Te haré comerte esas palabras. -Sonrió.

-Como cocines igual que insultas tendré que comerme mis palabras porque seguramente estén mejor que el plato. -Vi como se molestó y se dio la vuelta para cocinar, lo que me hizo sonreír aún más.

Estaba empezando a quedarme dormida cuando me puso el plato delante. Era uno de mis platos favoritos, pasta con tomate, carne y queso, mucho queso. Tenía hasta albahaca. Lo miré y tenía una gran sonrisa de idiota engreído.

-Que aproveche. -Se sirvió un plato y me puse a comer.

Estaba increíblemente bueno pero no iba a decirle eso, no para alimentar su ego. Me miraba esperando que le dijera algo pero me quedé callada hasta que llegó mi primo y nos miró.

-Parecen la dama y el vagabundo pero al revés.

Rodé los ojos mientras Darío se reía por lo bajo.

-¿Qué quieres molestia con rizos?

-Comer. -Se sentó y miró la comida.- ¿Para esto querías saber su plato favorito?

Miré a Darío hacerle señales y cuando se dio cuenta hizo como si nada.

-Ya decía yo que olía mal aquí. -Lo miré.

-Eso será porque no te bañas. -Me dijo.

-¡No te bañaras tú! -Le grité.

-Otra cosa no sé pero a Alana le encanta el agua. -Me defendió mi primo.

Darío me miró y apuntó algo en su teléfono. Intenté ver que era pero se movió y lo guardó en su bolsillo. Terminamos de comer y subí a ducharme, me vestí y me hice una coleta para ir a trabajar.


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