Siempre fuimos nosotros

Cap. 16

𝐀𝐥𝐚𝐧𝐚

Me senté en la parte de atrás del auto agotada y puse los pies sobre el asiento que tenía al lado. Los niños eran agotadores. No entendía aún porque los adultos los tenían. De niña siempre les preguntaba porque los tenían y nunca me daban una explicación convincente, decían que porque es bonito pero cuando yo les decía que dan más disgustos que alegrías y son un gasto de dinero absurdo no podían no darme la razón.

Cerré los ojos un poco mareada y al sentir que me observaban los abrí, cruzando miradas casi al instante con Darío. Él me la mantuvo. Parecía sentirse bien después de la conversación que tuvimos, hasta se daba el capricho de mirarme como si yo no fuera consciente de ello.

Como un acosador.

Aparté la mirada aún mal humorada y seguí pensando. Seguro el idiota pensaba que estaba molesta porque no me había vuelto a besar y no había podido hacer su escenita de romántico pero no, estaba molesta porque era un idiota, un chico pijo que solo sabe creer que todo gira a su alrededor.

Como si los demás solo supiéramos de su existencia.

Como personajes secundarios de nuestras propias vidas donde él era el protagonista.

Como…

-Llegamos.

El sonido de la voz de Nathan seguido del ruido de la puerta del coche me sacó de mis pensamientos. Bajé rápido y miré a Darío inconscientemente. Él estaba casi a punto de entrar en la casa y tenía el cuerpo tan tenso que se le notaba hasta por encima del abrigo oscuro. Entré con ellos y subí a cambiarme.

Al bajar Darío estaba haciendo la comida así que ayudé a Nathan a poner la mesa.

-Oigan…¿ puede venir Gabi a comer?

Darío se giró serio y vi como su mano sujetaba con fuerza la espátula de madera.

-¿Para qué?

-Tenemos que poner a punto la moto para mañana.

-¿Y eso tarda tanto?

-Revisar el motor, cambiar las bujías, los frenos también… y más cosas que seguro que salen después.

-Que venga, donde caben tres caben cuatro. -Dijo Nathan poniendo otro vaso en la mesa.

-Vale, le diré que sí.