Cap. 10

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𝐀𝐥𝐚𝐧𝐚

Al día siguiente mientras me arreglaba para ir a trabajar cuando Bob me llamó. Me dijo que iba a cerrar por un tiempo porque se iba de vacaciones.
Bajé las escaleras de la cocina mientras que seguía hablando con él. Era como si fuera mi abuelo, le tenía muchísimo cariño, como a un miembro de mi familia. Llegué a la cocina y vi a Nathan medio durmiendo en el sofá, con la ropa de ayer.

-¿Tan vago eres que no te cambiaste?

-Tu tampoco te cambiarías si no te fueras a trabajar. -Dijo mirando a la tele.

-Yo sí, tengo higiene personal. -Me senté con él. -¿Qué ves?

-La tele. -Sonrió y le tiré un cojín.

-Eres la persona más agradable que he visto.

-Alguien tuvo que quedarse con la amabilidad de la familia.

Sonreí y seguimos viendo la televisión hasta que Darío se levantó. Nathan le suplicó que hiciera de comer pero yo no lo hice aunque estaba muerta de hambre. Casi siempre desayunaba en el trabajo.

-¿Porqué no mueves tu culo del sofá y lo haces tú? Tu prima tiene excusa porque es pésima cocinera.

-¡Toma! -Reí.

-No era un cumplido primita. -Me miró.

-Ya pero por lo menos no tengo que hacer de comer a un desagradecido.

-Cállate, me amas. -Se cubrió con el cojín.

-Quisieras. -Me crucé de brazos y Darío nos dio la comida. -¿Tan rápido?

-Yo no malgasto mi tiempo hablando. -Dijo y se sentó en silencio a comer con nosotros mientras veíamos las noticias.

No les presté atención apenas. Miré a Darío quién seguía comiendo en silencio sin mirar a ninguno de los dos. Seguro le había pasado algo.

-¿Qué haremos hoy?

Nathan rompió el silencio todavía hablando con la comida en la boca. Darío masticó y de limpió con la servilleta antes de hablar. Era una idiotez pero no podía dejar de mirarlo. Me echó una breve mirada que me hizo apartar la mía de él, como una niña idiota.

-No sé, hoy no tengo que hacer.

-Ni yo -Los miré. -Bob está de vacaciones y no va a abrir.

-Osea que como se va de vacaciones ¿Os las da a vosotros?

-Eso parece. -Me encogí de hombros.

-¡Vamos a una sala de juegos que han abierto! -Nathan gritó tan emocionado que me dio por reír casi ahogándome porque estaba terminando de comer.

Se me saltaron las lágrimas y empecé a beber agua como una loca mientras veía como Darío se reía bajo. Cuando recuperé la voz miré a mí primo que seguía entusiasmado mirando su teléfono y nos lo enseñaba.

-Eso debe de ser muy caro. -Dije mirando las fotos.

-Apenas cuesta 35€ la entrada. -Me miró.

-Más de lo que ambos podemos pagar ¿O se te a olvidado?

-A mí me lo paga Darío ¿A qué sí?

Darío lo miro con la misma cara de siempre, desagrado, y después rodó los ojos.

-Pues yo no pienso ser la mantenida de nadie. -Dije dándole otro trago a mí agua.

-Que pena, me abría encantado mantenerte. -Dijo Darío pasando por mi lado haciendo que casi escupiera el agua.

¿Qué había querido decir con eso?

-Vamos Alana -Se quejó Nathan.- Hoy seguramente sea el único día que los tres podamos.

Miré a Darío de soslayo lavar los platos, suspiré y acepté.

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