Capitulo 33

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Adios, Laila Black

Abraham Grayson

Detroit

La puerta se abre dejándome ver a una mujer ya mayor, imagino que es la tía de Laila, Holly si mal no recuerdo.

—¿En qué puedo ayudarlos?— pregunta con una sonrisa.

Azael y yo intercambiamos miradas.

—Estamos buscando a Laila Black, nos dijeron que podríamos encontrarla aquí— le contesto.

—Es mi sobrina ¿Para que la necesitan?

—Somos amigos muy cercanos a ella, trabajamos donde mismo en Nueva York y aprovechando que estamos aquí quisimos pasar a saludarla— miente Azael rápidamente.

—Ah claro, ustedes trabajaban en la casa... en la casa...¿Cómo se llamaba? García... No... Go... ¿González?— intenta acordarse sin éxito.

—En la casa Grayson— trato de no sonar indignado por no recordar nuestro apellido.

—Grayson, es verdad.

—Si, yo era el jardinero y él era el sirviente— si las miradas mataran, Azael ya estaría tres metros bajo tierra ¿Yo sirviente? Ya quisiera.

—Mi sobrina no está aquí, está trabajando.

—¿Nos podría decir donde?

—En el centro comercial que está a diez minutos de aquí, solo tomen la avenida principal y llegarán, trabaja en una tienda de música co...

—Perfecto muchas gracias por todo— le digo agradecido.

—Con gusto.

Azael y yo emprendemos camino hacia allá hasta que llegamos al centro comercial.

—Tu ve por la parte alta y yo por la baja para encontrarla mas rápido la tienda— propone Azael y yo asiento.

Subo por las escaleras eléctricas y busco la famosa tienda.

Recorro los pasillos donde encuentro tiendas de ropa, zapatos, juguetes, comida pero nada de música, cuando estaba por darme por vencido, veo la tienda en una esquina.

Me petrifico cuando la veo, a Laila, a Black, está a varios metros de mí con varios boletines en manos repartiéndolos a la gente que pasaba frente a ella.

Lucía igual que cuando se fue, igual de hermosa que siempre.

Un tipo se acerca a ella por detrás abrazándola con ambos brazos por la cintura haciéndola reír, él le da un beso en la mejilla murmurándole algo antes de separarse de ella recibiendo un golpe en el brazo por parte de Laila así que entra nuevamente a la tienda.

Su sonrisa era tan grande, tan genuina, en casa casi nunca la vi sonreír así.

Parece notar que la estaba viendo ya que voltea hacia mí y su sonrisa desaparece de su boca, es algo que me afecta mas de lo que quisiera admitir, duele saber que soy de las razones por las que deja de sonreír y no al revés.

Me acerco a ella lentamente.

—¿Ma daría uno?— pregunto a lo que ella me observa confusa, señalo los boletines en sus manos a lo que ella me entrega uno de ellos, era acerca de una promoción de una guitarra con tres púas de regalo, gran oferta.

—¿Que haces aquí?— pregunta a la defensiva.

Aparto mi vista del boletín y volteo a verla—Necesitamos hablar.

La Decisión CorrectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora