Sobre ruedas

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Stiles y Derek se encontraban en el Camaro de este último. Tenían un viaje después de mucho tiempo de haber tenido a Eli.

Horas antes.

Eli de ocho años veía por la ventana de la parte trasera de sus papás el camino de la calle. Tenía puesta su pijama de Spiderman y dos bolsos del mismo a su lado.

—Entonces estaré con mi abuelo Noah y mi babunia Claudia, toda una semana —volvio a decir lo que sus padres le dijeron la noche anterior.

Derek que estaba en el asiento del pasajero veía a su hijo por el retrovisor.

—Claro cachorro —le regaló una sonrisa—. Toda una semana.

—Recuerda que te llamaremos en las tardes y antes de dormir, bebé —Stiles le siguió a la conversación.

Eso parecía estar bien para Eli, no tenía problema de quedarse con ellos, siempre lo consentian, bueno, más su abuelo que siempre caía con sus ojos de cachorro.

Al llegar a la casa de sus padres aparcó el carro y se quitó el cinturón. Se acercó a su esposo y le dió un pico, salió del carro y tomó a Eli y las dos mochilas que tenía.

Noah y Claudia ya estaban en la puerta de la casa con una sonrisa viendo cómo su hijo y nieto se acercaban, detrás de ellos los seguía Derek.

—Buenos días, mi nieto precioso —Noah le quitó de los brazos a Eli —. Pero que grande estás.

Ni siquiera había visto a su hijo y yerno, estaba concentrado en su nieto.

—Hola, mi amor —Claudia se acercó a Stiles—. ¿Qué tal Derek?

Los saludo a ambos y tomó las mochilas que tenía Stiles.

—Hola, mamá —le devolvio el saludo.

—Buenos días, Claudia.

Derek había empezado a llamarla así porque ella misma le había dicho que no le dijera señora.

—Ustedes vayan —miro a los dos que estaban ya dentro de la casa—. Yo me encargo de ellos.

—Por favor no dejes que papá le dé a Eli todo lo que pida.

Ya Eli había llegado de la casa de sus abuelos muy hiperactivo por tanto dulce que Noah le había dado.

—¿Con quién crees que tratas? —levanto una de sus cejas—. Noah hacía lo mismo contigo y yo tenía que poner mano dura.

Sin más Stiles asintió y se despidió y se fue junto con Derek al Camaro.

Y es así como ahora están en el Camaro conduciendo, justo delante Stiles vio algo adelante, miró de reojo a su esposo que se había quitado la camisilla porque tenía calor, y una sonrisa apareció en sus labios.

Derek estaba desprevenido cuando sintió que el auto brinco.

—¿Qué fue eso? —pregunto a su esposo—. ¿Estás seguro que vamos bien?

—Claro que sí, es un atajo.

Derek en ocasiones no era muy listo, entonces no veía las intenciones de Stiles.

En lo que iba del camino Stiles veía como el fuerte pecho peludo de su esposo rebotaba cada vez que el Camaro saltaba. Sin duda lo mejor que podía pasar del viaje.

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Vi esta imagen en Facebook y no pude evitar hacer pequeño one shot sobre eso.

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