15. LA MUERTE

55 10 1
                                    

Alice estaba sentada en el salón, mientras observaba con tristeza cómo FP, Jughead y JB hablaban en la cocina con Vera, a la que no le quedaba mucho tiempo. Desde que habían roto los cristales púrpuras de sus enemigos, podía volver a sentir su poder y la respiración de Vera era cada vez más superficial.

Betty agarró la mano de su madre en señal de apoyo, mientras se recostaba sobre el costado de Archie en el sofá. Le entristecía que no pudieran hacer nada por la amable anciana.

Si sólo hubiéramos llegado antes, si hubiéramos tenido nuestros poderes... ¡No es justo!- masculló Archie enojado. Detestaba las injusticias y que los inocentes paguen las consecuencias. Vera era un alma buena y no se merecía este destino.

Alice estaba de acuerdo. No era justo y se sentía culpable. El cuarteto estaba buscándola a ella en específico y los había puesto a todos en peligro. No sabía cómo la habían encontrado, pero ella era la razón por la que estaban ahí.

Jughead y JB entraron en el salón, abrazados y con las caras rojas de llorar.

Ali, la abuela quiere hablar contigo- dijo JB demasiado flojito.

Alice se levantó al instante, dando una mirada compasiva a los dos hermanos y dirigiéndose a la cocina sin perder tiempo. Se quedaría a consolarlos, pero Betty y Archie estarían ahí para ellos y no contradeciría los deseos de Vera.

--------------------

Cuando Alice se acercó a la cocina, pudo notar que FP estaba agarrando algo que le dio su madre con fuerza.

Te amo, mamá- le escuchó murmurar, antes de verle dar un beso en la frente a Vera.

Alice percibió los ojos enrojecidos de FP, mientras salía y las dejaba solas.

Acércate- pidió Vera, que se encontraba pálida y sin energía.

Alice se agachó a su lado y le agarró la mano, intentando no desmoronarse.

Vera la sonrió y alcanzó uno de sus mechones dorados para peinarlo con cariño.

Como ya sabrás, no me queda mucho tiempo- empezó a decir. Era consciente de que se estaba muriendo y no había marcha atrás.

No deberías estar en esta posición. Es mi culpa- soltó Alice sin poder contener su angustia y empezando a llorar.

No llores, cariño. No es tu culpa, no podías saber que esto pasaría- consoló Vera.

Vienen a por mi. Si me hubiera ido con ellos... - se lamentó Alice.

¡Eso ni en broma! Alice, prefiero morir mil veces, que verte perecer ante lo que os acecha. Eres mi familia y cuidamos de los nuestros- expresó Vera, que ante todo era madre y protegía a sus seres queridos.

Alice parpadeó y negó con la cabeza, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas incontrolablemente.

No quiero perderte- hipó. Vera había sido como una madre para ella y se estaba rompiendo en mil pedazos al verla perecer.

No me perderás. Estaré contigo, aquí- dijo Vera, señalando su corazón.

Alice estaba asombrada ante lo bien que parecía estar llevando el paso a la otra vida. Vera tenía una brillante sonrisa plantada en el rostro y ni un rastro de tristeza.

Tenerte aquí estos días ha sido un regalo maravilloso. Me alegra haber podido recuperar a mi hija por un instante y comprobar que sigue siendo la misma niña hermosa y poderosa de siempre. Estoy muy orgullosa de la mujer y madre en la que te has convertido- confesó Vera con cariño.

Dones y TalentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora