CAPITULO VI

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Las señoras de Longbourn no tardaron en ir a visitar a las de Netherfield, y éstas devolvieron la visita como es costumbre. El encanto de la señorita Chankimha aumentó la estima que la señora Nuttapong y la señorita Austin sentían por ella; y aunque encontraron que la madre era intolerable y que no valía la pena dirigir la palabra a las hermanas menores, expresaron el deseo de profundizar las relaciones con ellas en atención a las dos mayores. Esta atención fue recibida por Engfa con agrado, pero Freen seguía viendo arrogancia en su trato con todo el mundo, exceptuando, con reparos, a su hermana; no podían gustarle. Aunque valoraba su amabilidad con Engfa, sabía que probablemente se debía a la influencia de la admiración que la hermana mayor sentía por ella. Era evidente, dondequiera que se encontrasen, que Austin admiraba a Engfa; y para Freen también era evidente que en su hermana aumentaba la inclinación que desde el principio sintió por ella, lo que la predisponía a enamorarse de ella; pero se daba cuenta, con gran satisfacción, de que la gente no podría notarlo, puesto que Engfa uniría a la fuerza de sus sentimientos moderación y una constante jovialidad, que ahuyentaría las sospechas de los impertinentes. Así se lo comentó a su amiga, la señorita Wachirasarunpat.

—Tal vez sea mejor en este caso —replicó Nam— poder escapar a la curiosidad de la gente; pero a veces es malo ser tan reservada. Si una mujer disimula su afecto al objeto del mismo, puede perder la oportunidad de conquistarla; y entonces es un pobre consuelo pensar que los demás están en la misma ignorancia. Hay tanto de gratitud y vanidad en casi todos, los cariños, que no es nada conveniente dejarlos a la deriva. Normalmente todos empezamos por una ligera preferencia, y eso sí puede ser simplemente porque sí, sin motivo; pero hay muy pocos que tengan tanto corazón como para enamorarse sin haber sido estimulados. En nueve de cada diez casos, una mujer debe mostrar más cariño del que siente. A Austin le gusta tu hermana, indudablemente; pero si ella no le ayuda, la cosa no pasará de ahí.

—Ella le ayuda tanto como se lo permite su forma de ser. Si yo puedo notar su cariño hacia ella, ella, desde luego, sería tonta si no lo descubriese.

—Recuerda, Freen, que ella no conoce el carácter de Engfa como tú.

—Pero si una mujer está interesada por alguien y no trata de ocultarlo, ella tendrá que acabar por descubrirlo.

—Tal vez sí, si ella la ve lo bastante. Pero aunque Austin y Engfa están juntas a menudo, nunca es por mucho tiempo; y además como sólo se ven en fiestas con mucha gente, no pueden hablar a solas. Así que Engfa debería aprovechar al máximo cada minuto en el que pueda llamar su atención. Y cuando lo tenga seguro, ya tendrá tiempo—para enamorarse de ella todo lo que quiera.

—Tu plan es bueno —contestó Freen—, cuando la cuestión se trata sólo de casarse bien; y si yo estuviese decidida a conseguir una esposa rica, o cualquier esposa, casi puedo decir que lo llevaría a cabo. Pero esos no son los sentimientos de Engfa, ella no actúa con premeditación. Todavía no puede estar segura de hasta qué punto le gusta, ni el porqué. Sólo hace quince días que la conoce. Bailó cuatro veces con ella en Meryton; la vio una mañana en su casa, y desde entonces ha cenado en su compañía cuatro veces. Esto no es suficiente para que ella conozca su carácter.

—No tal y como tú lo planteas. Si solamente hubiese cenado con ella no habría descubierto otra cosa que si tiene buen apetito o no; pero no debes olvidar que pasaron cuatro veladas juntas; y cuatro veladas pueden significar bastante.

—Sí; en esas cuatro veladas lo único que pudieron hacer es averiguar qué clase de bailes les gustaba a cada una, pero no creo que hayan podido descubrir las cosas realmente importantes de su carácter.

—Bueno —dijo Nam—. Deseo de todo corazón que a Engfa le salgan las cosas bien; y si se casase con ella mañana, creo que tendría más posibilidades de ser feliz que si se dedica a estudiar su carácter durante doce meses. La felicidad en el matrimonio es sólo cuestión de suerte. El que una pareja crea que son iguales o se conozcan bien de antemano, no les va a traer la felicidad en absoluto. Las diferencias se van acentuando cada vez más hasta hacerse insoportables; siempre es mejor saber lo menos posible de la persona con la que vas a compartir tu vida.

Orgullo y prejuicio Freenbecky + EnglotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora