Miki y Cielo Mágico trabajan en un circo. Un día, por casualidad, las dos llegan a la fundación BB...
Dónde... ambas descubren secretos escondidos por años.
Y donde... las dos descubren el amor por primera vez.
Empezada: 26/05/23
Terminada: 24/01/24...
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LAS CHICAS ESPERABAN IMPACIENTES a los chicos, sentadas en el aula.
Bartolomé entró al lugar, les ordenó que se sentaran. Justina, segundos después entró junto con Rama, que llevaba el brazo vendado, y la cmaisa que tenía puesta llena de sangre roja viva.
—¡Rama!—Exclamó Alelí preocupada.
Mika abrazó a la chiquita, con una expresión de decepción.
—Despacio.—dijo Justina bruscamente.—Recién le dieron el alta. Se salvó de milagro. — Explicó la mujer.
— Justine... — Barto miró a la ama de llaves, para después dirigir su vista a las mesas que se encontraban allí.
— ¡Va a los pupitres! —Ordenó Justina con enojo. Todos obedecieron sin siquiera mirar a la mujer.
— .... La paciencia, la tolerancia, la bondad todo tiene un límite. Por eso Rama, Tacho y Lleca iban derechitos al Escorial.
— ¿Qué es Escorial? – preguntó Monito.
— Es el infierno en la tierra. —Respondió Justina remarcando la r.
— El correccional más riguroso del continente. Una isla maloliente a la que solo se puede entrar, y yo los salvé de eso. Por eso hoy ¡Un día histórico! Hoy vamos a implementar un sistema de premios y castigos, hoy vamos a hacer borrón y cuenta nueva, y que la cuenta nueva sea buena si no...
— Cadalso. — Completño la chiquita Ordoñez a Bartolmé.
— Justine dictales el nuevo Estatuto. Tomen nota pimpollos, para una sana convivencia. —Se acercó a Rama. — Y vos cuídate el bracito chambón.
— ¡A ver señores, a anotar! A partir de hoy acá se respetan los honores. Acá no hay más días francos. Acá no hay más clases especiales. Acá no más amistades con dueños de casa y/o personal, por ejemplo Thiago, Cielo, Don Bartolome, La señorita Justina. Acá no más comidas especiales... — Miki la miró confusa. — ¿Qué pasa sanguijuela rribista?
— No me pueden prohibir acercarme a Cielo. — La mujer levantó sus cejas.
— ¿Que no qué? —Se acercó a su pupitre. — Si yo, o el señor Bartolomé queremos podemos prohibirte acercarte a esa chirusa y a quien se los de la rregalada gana, ¿¡Está!? — Exclamó. — Al momento que vos cruzaste la puerta, nos pertences a mi y a mi señor ¿Se entendio? ...
