Calidez || Miles Morales

O4: La llamada

𖥸

Nadie supo nada de Miles durante los siguientes dos días.

—¡Ganke! ¡soy Luca, vengo a dejar apuntes! — Los últimos dos días Luca se había dedicado a recopilar apuntes de las clases que compartía con Miles para que el moreno se pudiera poner al corriente... en cuanto se dignara a aparecer, claro. Y durante esos días averiguó cuál era el dormitorio de Miles, animándose a visitarlo para dejar las copias de dichas tareas y apuntes, esperando encontrar a Miles ahí, pero conociendo a Ganke en su lugar, con quien no le costó demasiado simpatizar.

La puerta no se abrió. Luca llamó de nuevo.

—¿Ganke? — Su mano se deslizó hasta la manilla de la puerta, la cual empujó hacia abajo. Se sorprendió cuando la manilla giró completamente, desbloqueando la puerta para ella. Regresó la manilla a su posición original, dudando sobre si debería o no entrar.

Solo iba a dejar unos apuntes y se iría, no era nada malo, ¿o sí?

Dio un vistazo rápido al pasillo, en búsqueda de ojos curiosos que la estuvieran viendo. Una vez "aseguró el perímetro", abrió la puerta silenciosamente, adentrándose en el dormitorio enseguida, dejando la puerta emparejada detrás de ella.

Jamás me había animado a entrar, pensó la pelinegra mientras se pegaba la carpeta amarilla al pecho. Su mirada vagó por los rincones de la habitación, parando en sitios de interés como los posters que adornaban las paredes. Jugó a adivinar qué cosas eran de Ganke y qué cosas eran de Miles, retrocediendo sin darse cuenta hasta que su espalda baja chocó con el escritorio, provocando que este se tambaleara.

Un cuaderno que estaba mal acomodado cayó por el movimiento, con las hojas encarando al piso.

—Torpe. Niña torpe —. Luca se reprendió mientras se agachaba para levantar el cuaderno, aún abierto cuando lo volteó. La chica se llevó una dulce sorpresa cuando sus ojos reconocieron bocetos, la mayoría coloreados.

Ese cuaderno definitivamente era de Miles.

Mordió su labio, tratando de resistir la urgencia de hojearlo, pero fue inútil. Miró la puerta, cautelosa por si alguien llegaba a entrar a la habitación, y se relajó cuando estuvo segura de que nadie entraría y se dejó llevar por su curiosidad.

Se sentó en la silla y comenzó a hojear el cuaderno con cuidado de no maltratar las hojas, admirando con detenimiento los variados dibujos que había en él. Algunos eran bocetos de creativos grafitis, otros eran dibujos de objetos aleatorios, y unos que otros eran retratos de personas que ella no reconocía.

Detuvo su tarea de husmear cuando llegó a dos páginas muy... interesantes.

Luca sintió sus mejillas enrojecer cuando se reconoció a sí misma impresa en las hojas del sketchbook de Miles. No pudo evitar sonreír halagada. Eran dibujos a color de ella, y no solo eso, si no que había más de un dibujo.

Aquellas dos páginas estaban llenas de ella. Analizó cada uno de ellos, entre fascinada por el estilo más realista del moreno y entre abochornada por imaginarse al muchacho dibujándola. Aunque no podía negar que él también ya ocupaba un espacio en su propio cuaderno de dibujos.

—¿Luca? — La voz de Ganke fue la encargada de sacarle un tremendo susto a la pelinegra, que dio un respingo en su asiento, levantándose tan rápido como pudo y dejando el cuaderno torpemente sobre el escritorio, recargándose sobre este para "disimular"