28: Presagio

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El sonido de las ruedas de su patineta al rozar con el asfalto era un murmullo constante. Un ronroneo mecánico que vibraba en el aire y le calmaba el pulso al dejar que el aire fresco nocturno le enfriara la cabeza.

No había avisado a sus padres que saldría, pero eso no contaba como escaparse, ¿o sí?

Sólo había salido para despejar la mente, su destino era un lugar conocido y concurrido, y aún habían varias personas transitando sobre las aceras, así que no debía de haber ningún problema. 

No llevaba sus audífonos, ya que, por primera vez en un buen rato, no tenía ánimos de escuchar música... además había dejado su celular en casa. Se dio cuenta tarde, y fue demasiado perezosa para intentar dar media vuelta y regresar por donde vino, pero de todos modos consideró que era mejor pasar el tiempo sin mirar la pantalla del dispositivo. Después de todo, tenía su reloj de muñeca por si quería saber cómo iba de tiempo.

Al llegar al parque, ya eran pocos los niños que seguían jugando en él, y los grupos de adolescentes comenzaban a dominar el área... aunque no había mucha diferencia entre niños y grandes, pues muchos de ellos aullaban y se carcajeaban en los columpios como un niño lo haría. Su objetivo no estaba en los columpios, así que sin dudar de su andar, se dirigió a la parte lateral del parque, donde las rampas amigas y los desafiantes barandales estaban.

No llevaba más que su patineta consigo, así que de inmediato se puso a patinar.

Su recorrido no tenía dirección, y los trucos que intentaba los libraba por muy poco aún cuando se trataban de los más sencillos, lo que la hizo frustrarse consigo misma por no poder tomar las riendas de sí misma ni para el skate.

El varial flip que intentó apenas si lo aterrizó; el nollie que le estaba dando problemas casi la derrumba; pero aferrada a ejecutar un truco perfecto, se acercó a una de las barandillas para animarse a hacer un slide que fue el que logró tumbarla. La chica rodó en el suelo y su patineta salió disparada a quién-sabe-dónde. Sintió su rodilla y parte de su mano derecha raspar dolorosamente en el concreto. Tuvo buena suerte de no haberse partido la espalda en la barandilla, pero rodar no fue menos doloroso; al menos estaba completamente cubierta, pues de haber estado usando shorts y manga corta como de costumbre, sabía que los daños serían mucho mayores.

Soltó un quejido suspirado y dejó su cabeza caer en el suelo mientras cerraba los ojos. Ya se sentía lo suficientemente humillada por haberse caído así, pero el sonido del siseo y los "ooh" graves de los que alcanzaron a presenciarla cayéndose la hicieron desear que la tierra se la tragase. 

—O-oye, ¿estás bien? — Una voz profunda y desconocida se acercó a auxiliarla. Luca, al abrir los ojos, distinguió a un muchacho medianamente alto, cuyo cabello ondulado y esponjado le llamó la atención por el color tan llamativo de algunos de sus mechones. El desconocido llevaba la patineta perdida de Luca bajo el brazo, y ofrecía una amable mano extendida.

Luca se aventuró a tomar su mano, sacudiendo la tierra de su ropa y siseando al darse cuenta de que sus jeans se habían rasgado en la parte de la rodilla, donde la rojez era visible a través del hoyo.

—Mierda... — Murmuró al ver la herida. — Ah, lo siento, gracias, erm... — Dijo mientras tomaba su patineta de la mano ajena que se la devolvía. El muchacho sonrió de medio lado, sin mirarla mucho tiempo a los ojos.

—Tony —. Respondió brevemente. — ¿Es la primera vez que haces un slide?

"Ay, no, quiere entablar conversación" pensó Luca. Bajo circunstancias normales, no habría tenido problemas en seguir la plática y hacer un posible nuevo amigo, pero no estaba de humor para ello. "Ya qué".

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⏰ Última actualización: Aug 25 ⏰

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Calidez || Miles MoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora