1O: Globos de nieve

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El lago del Brower Park ahora era recubierto por una gruesa capa cristalina de hielo sólido en la que la gente se deslizaba alegre sobre las cuchillas de sus patines.

Una ventisca fría hizo a Luca estremecerse.

—Debí haber traído otra chamarra... — Musitó con recelo mientras observaba desde el borde del parque a las personas patinar sobre el hielo. Entre ellas, las parejas eran las que más le llamaban la atención.

Parecían inmersas en su propio mundo, un perfecto globo de nieve en el que no había espacio para nadie más. Se tomaban de las manos mientras danzaban con gráciles movimientos, había un misticismo en la manera en la que intercambiaban miradas. Desde donde Luca estaba, podía jurar escuchar los corazones de dichas parejas latir al ritmo de uno solo en electrizante sintonía.

La muchacha no pudo evitar preguntarse qué se sentía ser amada de esa manera.

Nunca ha tenido mucha suerte en el amor, y tampoco es que sea su prioridad; pero ante la calidez que las parejas parecían irradiar, fue inevitable querer un poco de cobijo en vez de seguir bajo el frío.

—¿Llegaste temprano o yo llegué tarde?

La chica dio un pequeño respingo ante la voz familiar que llegó a sus oídos de repente.

—Qué maña con asustarme, vas a hacer que me dé algo —. Reprochó la muchacha entre risas antes de saludar a Miles con un abrazo que no meditó mucho. Miles correspondió enseguida, sonriendo tenuemente ante el contacto.

Al separarse, sus miradas se encontraron brevemente, y fueron desviadas a otro punto del parque casi enseguida. Ninguno de los dos pareció darle importancia a aquello.

—¿No tienes frío solo con ese suéter? — Cuestionó Miles al percatarse de lo ligero que se veía el suéter rojo que Luca llevaba puesto.

—El frío es mental, Miles —. Respondió vagamente la pelinegra, tratando de controlar su temblorosa quijada.

—O sea que sí tienes frío —. Acusó Miles con una ceja alzada y una sonrisa de medio lado. No le dio tiempo a Luca de responder cuando el moreno ya se había despojado de una de sus chamarras. — Toma.

—Ah, nonono, señor, no la necesito.

—Si crees que voy a dejar que te dé una hipotermia, te equivocas. Tómala, yo tengo como quince capas de ropa —. Mintió de manera ágil el moreno; en realidad solo tenía una sudadera extra.

—Que no, quédatela.

—Anda, está limpia.

—No dudo que lo esté, pero me voy a sentir mal si te enfermas o algo por mi culpa.

—Tengo un sistema inmune fuerte.

Se quedaron en silencio, mirándose con intensidad a los ojos como si pudieran convencer telepáticamente al otro de dejar de insistir. Pero al ver qué ninguno de los dos daba su brazo a torcer, Miles se preparó para tomar su chamarra por la parte de arriba, cada mano sosteniendo una parte de la cinta de la cremallera de la prenda para extenderla lo suficiente para que pudiera envolver el cuerpo de Luca en ella. Pero en cuanto la muchacha se dio cuenta de esto, reveló las intenciones del moreno de inmediato, y echó a correr de la nada.

Miles reaccionó poco después y comenzó a perseguirla con la chamarra en manos, ambos procurando mantenerse al margen del lago congelado para no resbalar. Miles era mucho más rápido que Luca, y podría alcanzarla sin problemas, pero decidió no actuar sobre ello cuando la risa estrepitosa y sincera de Luca llegó a sus oídos.

Calidez || Miles MoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora