O1: Donde todo comienza

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No había mejor sensación que la vibración agradable que se expandía por sus piernas, generada por las ruedas de su patineta al rodar sobre el grisáceo concreto; al menos así pensaba ella, que se dejaba llevar por dicha sensación mientras en sus audífonos de diadema azules se escuchaba "Burn the House Down" de AJR.

"Sigue así, mamacita, ya te quiero ver quejándote cuando te quedes sorda".

Había escuchado esa advertencia por parte de su madre varias veces, pero, ¿honestamente? le daba igual. Le gustaba que el mundo cerrara el hocico de vez en cuando, y la mejor manera de hacerlo era reventarse los tímpanos con sus canciones favoritas.

Se levantaba más temprano que nadie solo para poder patinar a Visions Academy, no había problemas, pues conocía el camino a su prestigiosa escuela como si fuera la palma de su mano, consecuencia de tener una memoria excelente cuando se trataba de la calle, incluso cuando las veces en las que ha ido de su casa a la escuela eran escasas gracias a que podía contar con su habitual dormitorio en la academia, el cual compartía con una callada chica a la que apodaba "Kim".

En cuanto al camino a la escuela, Luca era capaz de reconocer los coloridos grafitis, a los que prestaba mucha más atención desde que Griffin se unió a su círculo social. También recordaba las tiendas de interés, y reconocía los rostros de los dueños de los mejores y más confiables puestos de hot dogs. La comida callejera no estaba al nivel de la de su país en cuanto a variedad, pero al menos los hot dogs eran buenos. En ese punto, también conocía bien los desniveles de las banquetas y las barandillas cortas en las que se animaba a lucirse con un boardslide que muchas veces era aplaudido por las personas que alcanzaban a presenciarlo, cosa que le inflaba el ego un poquito.

El trayecto a Visions Academy era, dentro de lo que cabía, genial, divertido incluso... lo que no era divertido era llegar. Pero aún faltaban un par de cuadras para eso, así que solo se dedicaría a seguir disfrutando de sus dos actividades preferidas: el skateboarding y escuchar música al mil.

Se hallaba en su propio mundo musical, lo que la hacía sentir como la protagonista de un vídeo mientras dejaba que las ruedas de su patineta siguieran haciendo crujir las pocas hojas secas que quedaban en el suelo, a la par que esquivaba ágilmente a los transeúntes. Aquella mañana se sentía particularmente sosa, y si algo detestaba eran las mañanas sosas... esperaba que algún evento interesante en la escuela fuera capaz de darle algo de sabor a su día.

Aunque en una escuela como Visions Academy... no era muy grande la posibilidad de tener un día interesante.

Un par de esquinas más y estaría frente a su queridísima —nótese el sarcasmo— Visions Academy.

Un auto de policía captó su atención, y fue inevitable rodar los ojos con fastidio. 

Las diferencias entre las fuerzas policiales de su país y las de Brooklyn eran bastante notorias. La corrupción era mínima y por lo menos sus miembros sí se dignaban a hacer bien su trabajo sin dinero de por medio. Pero seguían siendo policías... y era justamente ese título el que le generaba desconfianza.

Aunque no dudaba de que habían buenos policías. Lo había visto antes. Tal vez tenía que dejar de lado sus prejuicios de vez en cuando.

La canción quedó pausada en su celular cuando Luca frenó a unos pasos del dichoso colegio. Dejó que sus audífonos reposaran al rededor de su cuello y sobre sus hombros, y después hizo que el borde de su skate llegara a su mano derecha con un pisotón en el extremo opuesto. Solo Dios sabía cuánto había tardado en aprender a hacer eso sin golpearse la rodilla de manera dolorosa, o sin que fallara al sostenerla y que esta regresara sus cuatro ruedas al suelo de manera estrepitosa, así que no pudo evitar suspirar de alivio cuando aquella maniobra había resultado exitosa; al menos nadie se reiría de su fracaso ese día, como ya había pasado en un par de ocasiones anteriores.

Calidez || Miles MoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora