¿Que sucede cuando das amor, cuidado y riego correcto a una planta?
Te da un bello regalo, te muestra su belleza por medio de sus flores, sus hojas nuevas y sobre todo, si es frutal, te regala sus frutos más dulces gracias a tus cuidados.
Pero... ¿...
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Ha pasado ya bastante tiempo desde que Kanari Tsuta realizó una vida realmente tranquila. Encargándose de la isla y de las estaciones, los años pasaron como el sonar de las doce de un reloj; Yoichi y Shinji crecieron con normalidad, acompañando a su madre casi a todas partes, aprendiendo, practicando y probando sus habilidades con su ágil padre. Aunque Shinji, el más ligado a la pelirosada, comenzó a tener una responsabilidad más notoria que su hermano Yoichi, aunque en una de sus tantas caminatas, la madre naturaleza se le hizo presente, regalándole la bendición del "amado por la tierra", obviamente Tsuta estuvo muy orgullosa y Yoichi, con sentimientos de celos, se sintió resentido pero no se quedó sin su bendición, siendo proclamado el más fuerte de la naturaleza.
Los dos hijos de la estación misma ahora forman parte de la vida con características resaltantes.
- Madre -dijo el casi adulto joven Shinji, acercándose a la pelirosada- Iré a...ya sabes, reforzar la cerradura.
- Te acompaño -dice la mujer mientras deja sobre el escritorio de su habitación unos papeles-
-No hace falta -sonrie- ya es hora de que lo haga solo.
Tsuta lo observó por largos segundos hasta soltar un suspiro, se puso de pie y acercándose a pasos elegantes, le acarició la mejilla, diciéndole algo en casi un susurro que el joven se dedicó a observarla atentamente.
"No hagas nada peligroso"
Una vez que recibió el beso de su madre, se dirigió en dirección a la prisión de aquel villano que duerme en la gran amapola. Poema recitado, camino mostrado, sus pasos tranquilos se escucha entre la yerba y luego sobre las rocas, escuchando, sintiendo y viendo la naturaleza que con cariño se acerca a él para darle la bienvenida en suaves caricias con sus hojas, una traviesa bienvenida en una brisa y una reverencia en ramas vibrantes. Shinji, quien posee ojos esmeralda y oro, observa el cielo entre las hojas, escuchando a los pájaros piar y a los animales moverse entre los arbustos. La primera gran puerta se abre ante él y sus pasos son opacados por el correr del pequeño riachuelo; su mano derecha se desliza sobre la puerta y está se abre, dejando ver las amapolas tan brillantes como siempre. Lanzando besos al aire, las amapolas se llenan de vida, la misma forma en que su madre realiza la fertilización de la naturaleza; con sus manos en sudor y nervios ahora presentes, se acercó lentamente a la gran amapola, viéndola abrirse de a poco hasta mostrar a un villano dormido; los cabellos de aquel ahora hombre, largos y sus labios resecos, son visibles para el joven heredero. Tragando duro, se acercó inclinándose un poco, viéndolo con curiosidad; inevitablemente se mordisquea el labio inferior con nervios, viendo a los lados para después sacar del bolsillo de su abrigo un peine.
- M-Mi nombre es Shinji... no recuerdo bien tu nombre, pero... has de sentirte solo en este lugar -el joven se sentó con cuidado y con algo de cautela, tomando uno de los mechones del adulto- Sé que este lugar no debe de agradarte y que debes estar enojado por no poder despertar... pero...de ahora en adelante, cuidaré de ti.
