Capitulo 4

20 1 0
                                    


Me removía constantemente en la cama. Tan grande y cómoda. Tan tibia. Tibia. ¿Por qué no esta calentita? Me falta algo. Abrí de a poco los ojos, aún estaba algo oscuro. A medida que mi vista se iba acomodando, iba entendiendo donde estaba. La cama es muy grande, la mía es de las de una sola plaza. La pieza se ve más grande que la mía. Las ventanas igual. esta no es mi pieza. No huele a incienso y plantas. Huele de otra manera. Como a perfume de hombre. Uno que no uso. Pero me es tan familiar. Como si lo hubiera olido antes, muchas veces. Un olor agradable. Que me gusta. No es mi pieza. No es mi cama. ¡Mierda! Recién me reacciona la cabeza y entiendo que no estoy en mi pieza. No estoy siquiera en mi casa. Es la casa de Tomas. Empiezo a acordarme de todo lo que paso para que terminara así. Que vergüenza. No me da la cara ahora para verlo. Me abrazo para que no tuviera frio. Me alimento, me presto su baño y ropa. Dios, su ropa. Me senté en la cama, Tomas no está. Miro mis manos, o la falta de ellas por lo larga de las mangas de su ropa. Llevo ropa suya. Por eso su perfume se siente tan fuerte. Su ropa, su cama, su pieza. Todo tiene su olor. Siento la cara caliente. Me siento tan avergonzado que podría morir. Quiero morir. No tengo fuerza para enfrentarme a Tomas bajo estas circunstancias. Jure mantener distancia para matar mis sentimientos, y pasa esto. Me abraza para dormir en la misma jodida cama. Dios, mátenme. Me tapaba la cara avergonzado cuando escuche que Tomas entraba a la pieza.

-Veo que el bello durmiente se despertó. Pensé que tendría que darte un beso para que te despertaras. – entro con una sonrisa sobradora. Creo que, si estaba avergonzado, ahora es peor. –

-Yo, ya me levanto. Lo siento. – me levante de la cama, sin verlo a la cara. Mientras él iba corriendo las cortinas de las ventanas para que entrara algo de luz. La remera me queda ridículamente grande, que molesto, pero al menos me tapa hasta los muslos casi. Si ve algo y empieza a hacer preguntas no sé dónde meterme. –

-Tus tías vinieron hace un rato. Pero como dormías no quisieron despertarte. Así que me dejaron la llave y te mandan saludos. – termino de abrir las cortinas y cuando me levanté de la cama y me corrí, empezó a tender la cama. Algo que note es que no usa pantuflas ni nada de calzado de entre casa, el piso esta tan limpio que se puede andar descalzo. Que limpio. –

- ¿Cómo que mis tías vinieron y no me dijiste? Me hubieras levantado. Hace tiempo no las veo. - eso ultimo me dolió decirle. Hace rato no voy a su casa, estoy siempre ocupado y cansado. –

-Si, me dijeron eso. Pero que, si estabas cansado, estaba bien. Son muy amables la verdad. Ayúdame con tu lado de la cama así se tiende más rápido.

-Ah, sí. – en automático lo termine ayudando a estirar y acomodar las sábanas y las almohadas de la cama. Cada momento que paso en esta casa, descubro un nuevo nivel de vergüenza. Me mira de reojo y pareciera que se riera. – ¿Tengo algo en la cara que cada vez que me vez te reis? – no puedo evitar ser algo agresivo, es disimular con eso o hacer un pozo y morirme. –

-No, en la cara no. Pero, la remera te queda tan holgada que se te ven las clavículas y dependiendo el ángulo el pecho. Creí que tu tono de piel era por broncearte. Pero veo que tu tono acanelado es completo, o eso hasta donde veo. – bien, acabo de escalar lo más alto de los niveles de vergüenza. No creo que haya más que esto. Quiero matarlo. Quiero hacer un pozo y enterrarme. ¿Qué clase de castigo divino es este? ¡¿tan mala persona fui en esta u otra vida para que me tengan que pasar estas cosas justamente con Tomas?! – Tu ropa aún está húmeda. Pero lavada. También está el desayuno hecho. – terminamos con la cama y en silencio bajamos a la cocina. No voy a decir nada. Ni hacer nada que pueda ponerme en vergüenza de nuevo. Voy a morir. Si ayer fue un mal día, este se encamina a ser peor. –

Nos sentamos en la barra como anoche. El desayuno era demasiado. Eran panqueques con dulce de leche, una taza de café y fruta. ¿Siempre desayuna así? Me arremangue un poco las largas mangas de la remera que llevaba puesto. Pero como solo las subía, cada que movía los brazos se bajaban y no me dejaban hacer nada.

Malos entendidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora