Capitulo 12

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Lunes otra vez. Y es un lunes con sabor agridulce. Samuel me mando un "buenos días" en la mañana temprano, seguro cuando se levanto para ir a trabajar. ¡Se me hace tan tierno eso! Esa es la parte dulce y cursi del día. la parte agria, amarga y que no quiero tener es Tomas. No me mando nada, ni para molestarme ni para recordarme nada. Y se que se levanta igual de temprano que Samuel porque se va al gimnasio. Aun me pregunto de donde carajos saca ganas de hacer cosas, entre la edad que tiene, el ritmo de vida y lo ocupado que esta y responsabilidades que tiene, me sorprende que aun quiera comer sano y hacer tanto ejercicio. Aunque ahora que me acuerdo me dijo que lo hacia para bajar la tención y lo agresivo que podía ser. ¿Agresivo dónde? Parece un osito cariñosito el muy. Hasta y creo le falta ser más demostrativo con cómo se siente. Bueno, no soy quién para dar cátedra de eso.

Termine levantándome. Me di una ducha rápida, me prepare un café, revise en páginas donde ponen si necesitan gente para trabajar y esas cosas, no veo muchas buenas opciones. Iré a hablar a los que me parece que podrían servirme. Me quede dando vueltas en la casa. Estar desempleado es raro. Siento que tengo tiempo libre y no sé qué hacer con este. Ya era media mañana. Se me ocurrió ver los rosales de frente de la casa. Esos eran de mis tías, los recuerdo de cuando eran arbustos chiquitos, y ahora si no los mantengo me comen la casa. Ya que estaba, decidí cortar algunas rosas para ponerlas en agua dentro de la casa, para darle un rico olor y eso. Ya parezco mis tías, Dios. Agarré unas tijeras de podar limpias, los guantes gruesos para no pincharme mucho y salí. Como a los veinte minutos de estar fuera, veo que llega Tomas en su bici del gimnasio. Es un día soleado pero ventoso, y aun así está bastante abrigado. Cuando estaba entrando a su casa, me miro y me saludo con un gesto de la cabeza y entro con bici y todo. ¿Qué carajos fue eso? Un día se auto invita a mi casa a cocinarme porque si, y al otro me saluda como se saludan dos personas que apenas se conocen y solo lo hacen por mera educación. ¡Asi no! ¿Quién se cree? Un día me trata como a un nene que hay que cuidar y alimentar, y al otro como si ni nuestros nombres nos supiéramos. Me hizo enojar tanto que fui directamente hasta la puerta y casi la bajo a golpes.

- ¿Se puede saber porque me queres bajar la puerta? – salió un Tomas bastante enojado y ya no tan abrigado, solo con la ropa que usa en el gimnasio supongo. –

- ¿Cuál es mi problema? ¿Cuál es el tuyo? ¿Qué mierda de saludo fue ese?

- ¿El rey quiere que vaya y me le incline para saludarlo cordialmente? – mas que jodiendo, suena genuinamente enojado ¿enojado de qué? –

- ¿Qué con esa actitud tan forra que tenes hoy?

- ¿Cómo mierda queres que reaccione si venís a golpearme la puerta de mi casa como un loco? Encima me estas amenazando.

-Yo no te estoy amenazando. – no estaba entendiendo eso. –

-Tenes unas tijeras de poda, son un arma blanca. – señalo las tijeras en mi mano izquierda. –

-Deja de decir boludeces. – bufe frustrado ya. No sé si me está forreando o hablando enserio. –

- ¿Qué queres Matías? – mi nombre completo. ¿Desde cuándo? Suena tan feo que me hable así de despectivo. –

-Quería saber porque me estas ignorando.

-No te estoy ignorando.

-Me saludaste de lejos así todo feo como si no nos conociéramos.

- ¿Este escándalo es solo porque te salude sin ganas y de lejos? – me miro sorprendido. –

-Siempre me decís algún chiste o comentario molestándome. Hoy y apenas me miraste para saludarme. – me sentí un poco ridículo e infantil después de decirlo en voz alta. –

Malos entendidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora