Capitulo 15

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Sigue lloviendo. Estoy parado en mi sector del bar, con las manos atrás de la espalda, mas que por postura formal, es mera comodidad. Siempre me paro así, si estas parado encorvado mucho tiempo es malo para la espalda. Para ser martes y día de lluvia vino bastante gente. Las otras dos mozas me explicaron que mucha gente que viene este tipo de días es porque no tienen ganas de cocinar o justo están solos en la casa y no les gusta. Asi que vienen a comer acá. Que presupuesto. De tanto en tanto miraba a Tomas, obvio, de reojo, para que no fuera tan evidente que lo veía. Es muy agradable a la vista como le queda la ropa del trabajo. Me gusta mucho como le queda. Dios, me encanta, mejor dicho, la ropa le ajusta muy bien, y verlo con ropa que no sea la que usa en la universidad es interesante. Ropa del gimnasio no lo suelo ver porque viene todo abrigado. Aunque seguramente si lo veo con ropa más ligera, deportiva y ajustada, y todo sudado, me muero. Si, soy un baboso y un degenerado. No me importa, en mi cabeza puedo pensar e imaginar lo que quiera, no es un crimen. Claro, siempre y cuando no pase a la realidad, todo bien.

-Mati. – Tomas me hizo una seña para que fuera a la segunda barra con un gesto de la mano. - ¿Cómo vas en tu primer día?

-Supongo que bien. – me encogí de hombros. – Es un día muy tranquilo a pesar de que vino gente, y como ya estuve un día de movimiento es como muy tranquilo en comparación.

-Los días de semana son así. Encima llueve y hace frio. – miraba por las ventanas hacia afuera. – Esta mas para estar acurrucado con un libro que trabajando.

-Acurrucado si, con un libro, meh. Prefiero un café calentito.

-Bueno, yo leo y vos tomas tu café. Total, el sillón es grande.

-Suena a que estemos acurrucados juntos. – me reí creyendo que lo decía en chiste. Pero cuando voltee a verlo no se reía ni nada, era una cara algo seria. –

-Aunque te lo propusiera, me dirías que no. – miro para otro lado. Como ya sabiendo que lo rechazaría y estaba decepcionado. –

-Solo- – buscaba las palabras adecuadas para que no me mal interpretara o supusiera cualquier intención mía. – Solo si cocinas algo para comer mientras. Si tengo que aguantar tu compañía sin comida no puedo. – ahora soy yo el que mira para otro lado. Avergonzado. Alcance a ver que volteo la vista sorprendido para verme, pero yo no quería que viera mi cara. –

-Bien, solo tenes que decir que y lo cocino.

- ¿Están hablando de comida a estas horas? – una de las mozas vino a donde estábamos nosotros. No me puedo acordar el nombre aún. – Necesito la cuenta de la mesa cinco.

-Va. – se puso a ver algo en la pantalla de la computadora y le dio un papel que salió de la tiquetera. – Todo tuyo.

-Gracias. – y se fue. –

-Tengo que avisarles a los de la cocina que vamos a comer, hay un par de opciones. – volvió a mirarme para hablar. –

-Lo que sea. Pero preferiría no comer acá, estoy algo cansado y preferiría comer con comodidad en casa. – suspire, estoy cansado mas emocional que físicamente. –

- ¿Elijo yo por vos la comida?

-Si, si. Sabes mis gustos.

-Bueno. Me alegra que confíes tanto en mí. – me sonreía. –

-Claro. Sera mejor que vuelva a mi sector por si acaso. – termine volviendo a pararme donde estaba. Algo aburrido ya. La noche paso lenta y tranquila, pero al fin terminaba. –

Las dos mozas se turnaron para cenar en la cocina, para que me hiciera cargo o la otra moza de las mesas que tenían. Me preguntaron si quería que vigilaran las mías para irme a comer y les dije que no había problema, que cenaría en casa. Quedaba una sola mesa en una de las esquinas del bar, de una pareja que se reían. No parecían querer irse, y ya estábamos acomodando para adelantar e irnos. No se como se "echa" a la gente en un resto bar, porque en la cafetería nadie se queda tanto tiempo, a menos que sean de esos que se quedan trabajando con la computadora, pero eran los menos. La moza de esa mesa se les acerco, les ofreció café, y ahí cayeron en la hora, pidieron perdón y la cuenta, pagaron y se fueron.

Malos entendidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora