Capitulo 24

11 1 1
                                        


¿Cuánto llevo ya en el hospital? ¿Mas de un mes? ¿Más? ¿Menos? Si no fuera por las visitas de Tomas, que son diarias, es raro que falte a alguna, estaría más perdido seguramente. Está siendo tan considerado conmigo, amable y cuidadoso. Pero siempre franco y directo con lo que me pide que haga, mas conmigo mismo. Que me cuide, alimente, que trate de dormir bien. Cada ciertos días cuando viene, cambia el buzo que me deja para dormir. Es efectivo, puedo dormir mejor pensando que esta presente o algo así, pero me siento un animalito que lo cambiaron de casa y necesita un olor familiar para adaptarse y estar cómodo. Me ha traído tantas cosas, comida, sobre todo fruta y medialunas. Me presto unos libros suyos, cortos y de fácil lectura, me cuesta prestarles atención a tantas palabras, pero bueno, lo intente. Me ha traído ropa mía, se ha llevado la que debía lavarse, juegos de mesa, cartas, hasta un cuaderno liso y un lápiz por si quería escribir o dibujar o lo que fuera. ¿Me pregunto por cuanto tiempo mas puede seguir asi esto? Es decir, esta bien, me esta cuidando y se preocupa, se nota que se preocupa. Pero ¿Seguirá asi cuando salga? Dijo que hablo con el psicólogo de que cuando me den el alta ir a su casa, porque no me pueden dejar completamente solo. No creo que quiera vivir el tiempo que deba estar en su casa, pensando constantemente en que hacer o decir, o si se va a trabajar o lo que sea tener en mente si no hago una estupidez. Con el miedo constante de que me ponga en peligro, de que puede volver y ver algo que no quiera, como cuando me encontró en casa. No quisiera darle ese peso y responsabilidad. Se que me hizo prometerle que todo el tiempo que fuéramos cernamos me iba a mantener con vida a cambio de que no me dejaría solo. Pero nada me garantiza que no se vaya a cansar, como el resto. Lo cual seria normal y hasta entendible. La situación me cansa, me hace doler la cabeza. Quisiera no haberlo hecho, o que al menos hubiera funcionado asi no estaría en el hospital, total, nadie lloraría si me voy. Y eso estaría mejor.

-Mati, vino el psicólogo. – la enfermera de siempre entro y me aviso. –

-Que raro, si es casi la hora de visitas ¿Por qué no vino antes o después?

-Sera para hablar los tres.

- ¿Los tres?

-Sí ¿No ibas a ir a lo de tu amigo que viene siempre cuando te den el alta porque no te pueden dejar solo?

-Ah, cierto. – me había olvidado que era esta semana que íbamos a hablar de eso. –

- ¡Hola! – Tomas entro después que la enfermera se fue, dejo la mochila en el sillón y se sentó en la cama, al lado mío. –

-Te estas tomando muchas libertades. Ya no te sentas en el sillón.

-Asi es más cómodo y estamos mas cerca. – lo dice con tanta liviandad, a mi me da vergüenza. –

-Ahora venia el psicólogo para hablar.

-Si, me dijeron las enfermeras.

-Don popular.

-Poco me interesa. – se reía. Restándole importancia. –

- ¿Estas muy seguro? -no necesito especificar de que hablo. –

-Te lo deje en claro desde un principio. Incluso antes de esta situación. Si no ¿Por qué trataba de mantenerte en casa o al lado mío a toda costa el mayor tiempo posible?

- ¿Eras consciente de eso?

-Creo que me di cuenta cuando ya no querías estar tanto en casa o cuando te quejabas que pasábamos mucho tiempo juntos. También cuando tuve que admitir que el proyecto fue porque insistí a los profesores y el trabajo te lo di porque quise que lo tomaras vos.

-Tenia razón, viste. Si tenias intenciones ocultas con todas esas cosas y con mi persona.

-Si, si, ya lo se. ¡Ya me disculpé! – parece un nene que retan, tan tierno. –

Malos entendidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora