No puedo negar que dormi de corrido, y sin pesadillas o despertares nocturnos esa noche. Me cago en mis muertos. Odio que con solo saber que tengo algo suyo, su olor, su preocupación y cariño hacia mí, puedo dormir tranquilamente. Va a venir hoy y me va a preguntar más que seguro como dormí, no quiero, no quiero admitirle que si dormí bien. Encima hoy tiene que venir el psicólogo a ver como estoy. Está viniendo menos seguido, claro tiene otros pacientes, más su consultorio privado y el del hospital. Jamás entiendo porque los psicólogos eligen esa carrera, escuchar problemas, traumas y trastornos de otras personas debe ser una sobrecarga horrible. Ni hablar el sentimiento de culpa si ellos tuvieron una vida "normal" y a los que tratan no. O involucrarse.
Sigo en la cama, tan cómodo, tan calentito. Maldito Tomas y su buzo. Maldito Tomas y su amor. Me da tanta vergüenza pensar en eso, no puedo dejar de hacerlo. Claro, cualquiera estaría feliz de ser correspondido. Y encima de semejante hombre. Solo puedo esconder la cara en la almohada y aguantarme las ganas de gritar de vergüenza y frustración. No sé qué hacer, ciertamente tengo dos opciones, claro, si todo saliera bien. Cosa que es medio complicado. Mis dos opciones son la siguientes:
*Salgo de rehabilitación, dejo de depender de mis medicamentos y ya no me deprimo. Le confieso a Tomas que también me gusta y somos felices en una relación sana y normal.
Si claro.
*Salgo de rehabilitación, voy a seguir con problemas de confianza y emocionales. No le confieso nada a Tomas y dejo que las cosas sigan como venían. Somos solamente amigos, su amor hacia mi debería mermar con el tiempo, desaparecer o darse cuenta que no le convengo.
Porque claramente, no le conviene alguien como yo, alguien que no le puede asegurar que va a estar bien, estable o siquiera seguir vivo más adelante. Aunque, conociéndolo, es capaz de pegarme un buen golpe en la cabeza para sacarme las ideas suicidas a la fuerza si se me cruzan en algún momento.
Quiero estar con él, esto es injusto. Quiero estar con él, pero no tengo el valor de enfrentarme a mí mismo, a mi cabeza y a mis problemas. ¿Y si se entera de todo lo que me paso? ¿De todo lo que viví? ¿De todos mis problemas? De mi pasado...
No, no debe saber eso, jamás debe saber nada de mi infancia, de mi pasado, de mis pares, no. Me odiaría, si supiera, me odiaría, me vería como soy, un monstruo. Alguien completamente diferente al que conoce. ¿Por qué no pude tener una infancia normal? Crecer de manera normal. Todas las familias tienen sus problemas, pero esto es demasiado, demasiado para cualquier persona. Demasiado para mí.
-Matías. – una de las enfermeras entro, con la bandeja con el desayuno en manos. – Es hora de comer. Va, no sé si vas a comer.
-Hola, sí, voy a comer un poco. Gracias. – Dejo la bandeja en la mesa de noche, tenía cara entre credulidad y sorpresa. Tiene sentido, hace dos semanas que amenas y como o tomo agua lo suficiente para respirar. –
- ¿Qué habrá pasado para que cambiaras de opinión con respecto a comer?
-Nada realmente.
-No tendrá que ver con tu único visitante ¿no?
-Eso- Eso no tiene nada que ver. – que mencione a Tomas me pone nervioso. –
- ¿Y el buzo que llevas puesto? Se nota que no es tuyo.
-Odio que seas tan observadora.
-Es que se vuelve aburrido el trabajo si no. Y todas las enfermeras te envidiamos, de manera sana algunas y otras no.
- ¿Envidia por qué?
-Por el bombonazo que te viene a visitar. Obvio. Por algo todas lo dejamos estar más tiempo o nos ponemos a hablar con él.

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Malos entendidos.
RastgeleEsta en el mismo universo que "Sabor a limón " pero es menos fresa la historia. Matias, un ser huraño que no le gusta que le digan que hacer o decir. Esta en su último año de la universidad y debe presentar proyectos y su tesis, quiero hacer todo so...