Capitulo 30

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El resto del día transcurrió tranquilo, demasiado tranquilo. Mati casi no hablo después de lo que paso con mi ex. No lo culpo. También lo trato mal a él. Por el resto del día no comió mucho, solo pico cosas al azar y bebió agua, bastante. Ya más entrada la tarde me bañe y me aliste para irme a trabajar, odio dejarlo solo, pero no puedo seguir ausentándome del restoran.

-Bueno, me voy, vengo a la noche. No creo volver tarde así que si queres te traigo la cena. – estaba abrigándome y agarrando mi mochila para irme.

-Bueno. – estaba revisando las plantas que habíamos traído de la casa. Parecía mas una excusa para no mirarme, hacerse el ocupado. –

-Mati ¿Estas bien? – me quise acercar, pero se corrió yendo hacia el baño. –

-Sí. Me voy a bañar. Suerte en el trabajo. – y lo perdí detrás de la puerta del baño. –

-Si, gracias. – termine yéndome, con un sabor amargo de que algo estaba mal, muy mal. Siento que no debería irme. Pero termine yendo al trabajo. –

La noche pasó lenta y aburrida. Vino poca gente y por suerte terminamos temprano. Las chicas y Bruno preguntaban como siempre por Mati. Saben que se está quedando en mi casa, pero no saben bien el porqué. No onde en detalles, solo les había contado que tuvo un problema médico y que no debía quedar completamente solo y a su propio cuidado. Entendieron que no debían meterse mucho, aunque querían saber toda la historia no insistieron más. Me sentía algo ansioso, tenía la sensación de que debía volver rápido a casa. Como esa vez en que él- No, no creo que pueda pasar algo así de nuevo. No hay nada en la casa con la que pueda lastimarse. Si, si la hay. Soy un tarado. Se me vino a la cabeza las marcas de sus muñecas. Si las hizo en su momento, nada le impedía volverlas a hacer. Apure el paso y casi que llegue corriendo a la casa. Estaba todo apagado, menos la luz de la puerta y del living. Entre y me apure en ver donde estaba, dejando mis cosas en la entrada, poco me importaba dejar todo tirado. Lo encontré dormido en el sillón. Parecía que se había salido de bañar y se había recostado en el sillón y ahí había quedado. Tenía el pelo aun húmedo al igual que la cara. Estuvo llorando, mierda. Revise sus muñecas. Sigue usando esas muñequeras negras para taparse las marcas. Ninguna nueva. Suspiré de alivio, pero al parecer fui brusco porque lo desperté.

- ¿Tomas? – se sentó lentamente, restregando sus ojos por el sueño. - ¿Qué pasa?

-Nada. Lo siento no te quise despertar. – estoy aliviado, realmente aliviado, solo durmió desde que me fui. –

- ¿Por qué me estas revisando las?- - se dio cuenta de golpe y de un tirón deshizo mi agarre. - ¿Qué carajos te pasa? ¿Cómo se te cruza eso por la cabeza?

-Lo siento. Cuando me fui te vi mal y más lo que había pasado temprano.

- ¿Y lo primero que se te cruza por la cabeza es que me podía hacer mal?

-Lo siento.

-No lo estas negando. Dios.

-Mati. – intente tocarlo, pero se levantó, ahora está enojado. –

-No me toques. No quiero.

-Estuviste llorando. ¿Por qué?

-No te importa.

-Si me importa.

-No, y quiero que me dejes solo.

-Ya es tarde. ¿Vas a comer algo? – es como tratar de calmar a un animalito muy enojado y a la defensiva. –

-No, no tengo hambre. Me voy a la cama a dormir.

-Está bien. – volví por mi mochila, para sacar la comida y guardarla. Tampoco tengo hambre ya. él solo se fue a la pieza. Cuando acomode y apague las luces, me fui a la pieza, Mati ya estaba echo bolita de su lado, siento que hice algo malo, quiero hablarlo con él, saber que le pasa. – Mati. – me metí a la cama y quise apoyar mi mano en su hombro. –

Malos entendidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora