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Spreen no tenía nada para hacer.

Literalmente nada.

Luego de unos días tras su "despido", el chico aprovechó ese tiempo para buscar un nuevo departamento.
Recorrió muchos lugares pero ninguno lo terminaba de convencer.

Que si uno era pequeño.

Otro era muy frío.

Aquel apestaba.

Siempre había algo malo. Pero no es que Spreen tuviera mala suerte para encontrar un nuevo hogar. En realidad, se había acostumbrado tanto al departamento de Roier que ya no quería irse.

Pero tenía que hacerlo.

Aunque no iba a lograr nada quedándose tirado en el sofá, mirando al techo esperando que algún milagro sucediera. Y quizás Dios escuchó sus palabras, porque el sonido de la puerta principal abriéndose llamó su atención.

No, no podía ser verdad.

¿Era Roier?

De un salto se levantó de su perezosa posición y a pasos rápidos se acercó hasta la entrada con un sentimiento desconocido.
Esperaba que sea él. Realmente quería que fuera él.

Pero cuando un chico con muleta y un pie enyesado entró, ese sentimiento desapareció para dar paso a la decepción.

No era Roier.

Espera...

¡No era Roier!

— ¡Vergas! Me asustaste, pendejo.

Exclamó el tipo cuando volteó y vio a Spreen parado justo detrás suyo con una expresión bastante intimidante.

—... ¿Quién sos?

No dudó en preguntar hacia el desconocido, a pesar de que éste pareciera saber quién era él.

— Ah, lo siento. Ésta es la primera vez que nos vemos... —El joven se apoyó en su muleta mientras que con su mano libre rebuscaba en sus bolsillos algo. Cuando lo encontró, extendió la tarjeta de presentación a Spreen y éste la tomó.— Me llamo Aldo y soy el Manager oficial de Roier.

El más alto observó detalladamente el cartón con la información del chico frente suyo y efectivamente estaba a nombre de la Compañía.

— Mariana me contó sobre ti, eres Spreen ¿Verdad? —El nombrado asintió y Aldo volvió a extender su mano amablemente, esperando a que sea estrechada.— Mucho gusto. Escuché que hiciste un muy buen trabajo cuidando de mi primo. Realmente te lo agradezco.

Spreen observó la mano del mayor y luego volvió su vista al rostro ajeno sin ningún tipo de reacción. Eso solo incomodó a Aldo, quien bajó su mano lentamente seguido de una risita nerviosa.

— Bueno... Roier me pidió que viniera a buscar algunas cosas por él... ¿Te molesta si...?

— Ah, no. Tranquilo. Buscá lo que quieras.

El chico de anteojos le sonrió amablemente antes de adentrarse rápidamente (o a la velocidad que su pierna enyesada se le permitía) a la habitación del actor.

Spreen solo lo observó mientras éste buscaba dichos objetos para Roier.

Así que... Su Manager original había vuelto...

Eso significaba que su despido era totalmente definitivo. Y no sabía cómo tomar eso.

Un suspiro se escapó de sus labios pero se distrajo al ver cómo el nuevo Manager quería alcanzar una pequeña caja del suelo sin caerse en el intento.
Ahora él ocupaba su lugar y no quería ni imaginar lo difícil que seria el trabajo en ese estado. Por favor, el chico estaba prácticamente en recuperación.

No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora