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Spreen se paralizó.

Su cuerpo se tensó completamente, hasta sus vellos se erizaron por la incomodidad. 

El beso no era la gran cosa. Quackity solo estaba presionando los labios contra los suyos pero no podía aguantarlo. Sus manos se movieron por sí solas apoyándose en el pecho ajeno para empujarlo con todas sus fuerzas, logrando así alejar al chico haciéndolo trastabillar hacia atrás. 

Automáticamente Spreen se llevó una mano a los labios con los ojos abiertos de par en par. Observó a Quackity esperando que dijera algo pero este solo dejó escapar una pequeña sonrisa de satisfacción que lo hizo sentirse sucio. Tal y como había pasado antes. 

Al parecer la historia no dejaba de repetirse para torturarlo una y otra vez. 

— Quackity. 

El Manager se giró a pesar de que el llamado no era para él y su rostro palideció al entender la situación en la que se encontraba. 

El hombre que meses atrás intentó despedirlo estaba allí, con el ceño fruncido y su mirada fija en el desastroso secretario. Parecía realmente enfadado pero sabía cómo disimularlo. 

Y luego estaba lo que más se temía.

A su lado, Roier tenía la misma expresión de sorpresa que él y estaba ahí parado sin mover un músculo. 

En ese momento Spreen sintió la necesidad de explicarse, de explicar lo que acababa de ver para que no se malentendiera. Pero Roier no necesitaba una explicación. Él sabía perfectamente lo que sus ojos habían visto. 

Por eso cuando Spreen se apresuró a hablar Roier cambió a una expresión más oscura y lo ignoró.

No, en serio, Roier lo ignoró. 

El joven actor pasó por delante suyo para enfrentarlo. 

No a él, sino a Quackity.

— ¡ERES UN HIJO DE PUTA! 

El Manager solo podía ver su espalda con asombro. Una ventaja para Roier quién estaba hirviendo en ira y no pensaba con claridad luego de ver cómo Quackity intentaba aprovecharse una vez más de Spreen sin importarle cuánto podría afectarle esto al mayor.
Quackity no lo sabía. Tampoco tenía el derecho de hacerlo. 

Pero eso no le daba la libertad de pasar por encima del consentimiento de las personas como si no fuera nada. 

— ¡¿Qué te pasa, eh?! ¡¿Cómo puedes ser tan imbécil?! —Roier dió un paso hacia el frente olvidando que se encontraba en un área pública. Olvidando hasta la presencia de su padre.— ¡¿Quién te crees que eres para sobrepasarte así?! 

Quackity se limitó a mostrar las palmas de sus manos en forma de rendición con cierto toque burlón mientras su sonrisa se mantenía intacta. 

— Cálmate, fiera. Fue solo un beso. —Claro que no lo entendía. ¿Cómo un tipo como Él podría entender un concepto tan simple como el consentimiento? Y eso lo hacía aún peor.— Además, ambos encontramos la forma de… distraernos mientras tú arreglabas las cosas con papi. 

El secretario desvió su mirada detrás de él e hizo un guiño hacia el más alto. Eso no le hizo gracia a Spreen y mucho menos a Roier. 

De cierta forma se sintió algo traicionado por escuchar como Spreen había decidido pasar tiempo con ese idiota mientras él hablaba con su padre. Pero ese no era el problema. 

Spreen podía juntarse y hablar con quien quisiera. Incluso podía besar a quien le plazca sin importar que eso le rompiera el corazón en mil pedazos. Los sentimientos de Roier no le dan un derecho sobre él.

No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora