[ 42 ]

1.6K 216 357
                                    

Roier no pudo dormir.

Pero esta vez no fue por revivir malos momentos. No, no.

Cuando Spreen se fue a dormir y Roier intentó hacer lo mismo en su propia cama, esa frase no dejó de dar vueltas en su cabeza.

"Quizás termine haciendo algo de lo que voy a arrepentirme después..."

¡¿EH?! ¡¿QUÉ VERGAS SIGNIFICABA ESO?!

No, no, no. Roier era pendejo pero no tanto. Sabía muy bien qué significaba eso y estaba seguro de que tenía algo que ver con meter la lengua en la boca del otro, tal y como lo hicieron en la Van.

¡Y DIOS MIO!

Ojalá lo hubiese detenido en ese mismo instante antes de que fuera a su habitación para reclamar sus labios como suyos pero estaba tan abrumado que lo dejó ir. Aunque tampoco iba a hacer algo tan bruto luego de la anécdota que le contó y aprovechándose de su vulnerabilidad.

Roier no era un hijo de puta.

Pero, mierda, se moría por volver a besarlo y la simple idea de ser correspondido lo estaba volviendo loco, a tal punto que de solo imaginar a ambos en su cama King Size besandose hasta quedarse sin aliento no solo lo despertaba a él. Sino también a otra parte de su cuerpo.

No, abajo Fifi. Eso no va a pasar.

Y por eso no pudo dormir en toda la noche, resultando en un zombie a la mañana siguiente.
Al menos no era el único, porque cuando llegó a la cocina se cruzó a Spreen en un estado similar debido a la resaca.

Éste estaba apoyando los codos sobre la mesa mientras sostenía su cabeza como si se fuera a caer en cualquier momento. Ni siquiera lo vió entrar.

Así que Roier fue un buen zombie y lentamente buscó una botella de agua junto a una pastilla para el dolor. Se acercó al mayor y dejó ambas frente suyo llamándole la atención.

— Agua. Pastilla. Resaca.

Fue lo único que dijo y Spreen lo entendió perfectamente lanzándole un tipo de gruñido de agradecimiento antes de tomarse el analgésico.

Parecía que las cosas estaban bien después de todo.

O más bien, Spreen no recordaba nada de la charla. Solo tenía imágenes perdidas en su mente de como llegó al departamento y habló con el menor.

Solo esperaba no haber dicho nada raro o importante.

Aún seguía siendo atormentando con los recuerdos pero había entendido que eso no era culpa de Roier y no debía desquitarse con él. Ser curioso no era un delito.

Aunque tenía que confesar que había algo nuevo.

En el transcurso del día, Roier se comportó muy atento con él. Mucho. Quería creer que era solo por la resaca pero, por ejemplo: Lo seguía a todos lados pero manteniendo una distancia un poco exagerada. Siempre preguntándole si necesitaba algo o si lo estaba incomodando.

Y al principio no le dió importancia hasta que comenzó a hartarse.

— ¡Basta! —Exclamó asustando al más joven quien detuvo inmediatamente lo que estaba haciendo.— ¿Qué está pasando? Y será mejor que me digas la verdad.

Spreen lo señaló desde el otro lado de la habitación porque Roier se encontraba limpiando el cuarto en el que se quedaba su Manager.

¡Y ÉL NI SIQUIERA LIMPIABA EL SUYO!

— Nada. ¿Por qué debería de pasar algo?

El Argentino entrecerró sus ojos con sospecha mientras el actor ahogaba una risa nerviosa convirtiéndola en un sonido extraño.

No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora