— Entonces casi se besan.
— Sí.
— Pero lo rechazaste.
— Sí…
—... ¿Por qué?
Spreen alejó el celular y lo apretó en su mano, ahogando un grito de frustración. Luego regresó a la llamada.
— Ya te expliqué por qué. —Se quejó.— Rob, esto no está funcionando.
— No está funcionando porque vos no querés que funcione.
— ¡¿Qué significa eso?!
Robleis también tuvo que alejar el aparato móvil, pero no para gritar. Sino para encontrar una forma de no sucumbir ante las inminentes ganas de matar a su mejor amigo por ser tan pelotudo mientras maldecía por lo bajo.
— Spreen, a vos te gusta el pibe. Él también parece atraído hacia ti. Y acaban de tener una maravillosa cita por su cumpleaños. ¿Qué es lo que te está echando para atrás? La verdad no te entiendo.
Explicó con un claro tono de obviedad.
— Son muchas cosas.
— Ok, nombralas una por una.
Pidió Rob haciendo que Spreen se quede en blanco.
— Pues… Somos muy diferentes. Él es todo lo contrario a mi.
— Eso no es excusa, a menos que quieras salir con vos mismo.
Spreen negó con la cabeza volviendo a sentir la frustración.
— No, es que-… Ugh, yo no encajo con él.
— Spreen ¿Te estás escuchando? Literalmente son como dos imanes.
— No, pelotudo. Además, su padre me quiere lejos de él.
El menor había explicado su reciente choque con el padre de Roier a su amigo, pero evitando detalles como la maldición, la anécdota y Cellbit. Eso ya era mucha información.
— ¿Qué importa? De seguro ese viejo ya debe tener un pie en la tumba.
— ¡No estás entendiendo nada!
Exclamó sin paciencia. A lo que su amigo le respondió de la misma manera.
— No, Vos no estás entendiendo. Y ahora me vas a escuchar. —Spreen intentó replicar pero Robleis no se lo permitió.— Sé que estás cosas son muy difíciles para vos, y más cuando todo se vuelve físico. Sé que estás en un gran dilema de aceptar lo que te ofrecen o salir corriendo. Y ¿Querés que sea honesto con vos? Si tenés un buen pibe atrás tuyo, que al parecer se desvive por vos y te acepta completamente hasta adaptarse a tus necesidades, ¿Por qué no intentarlo?
Spreen suspiró y cerró sus ojos mientras dejaba apoyada su cabeza en los azulejos blancos.
¿Por qué no intentarlo? Se repitió a sí mismo.
Bueno, la verdad es que Spreen, simple y llanamente, era un cobarde.
Claro que le gustaba Roier, le encantaba tanto, y no supo en qué momento pasó de ignorar al chico a no poder separarse de su lado. Se había acostumbrado tanto a él, a su actitud, a sus caprichos, a sus gustos y disgustos, a sus estupideces, a todo él. Que ya no veía un día sin Roier.
Pero también, ¿Cómo podía satisfacer los estándares de Roier?
Él necesitaba a una persona que fuera paciente, comprensiva, cariñosa (muy afectiva), que supiera qué decir o hacer en el momento indicado. Que le dé la seguridad que requiere.
ESTÁS LEYENDO
No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBear
FanficSpreen apenas sobrevive después de mudarse de la casa de sus padres cuando encuentra justo el golpe de suerte que necesita: un trabajo fácil y sobrepagado como Manager de una Super Estrella. El trabajo comienza a tomar un giro extraño cuando Spreen...