Epílogo

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— Eres un caso perdido.

Quackity rodó los ojos mientras cambiaba de lugar la bolsa de hielos. En otro momento no hubiese aceptado tal ofensa pero su rostro dolía como la mierda. 

El pendejo sabía golpear. 

— Ajá, sí. Dime algo que no sepa. 

Ni siquiera quería ver al hombre a la cara, solo quería irse de allí. Volver a su mansión y beber hasta perder la consciencia. 

— Muy bien, veamos. —Luzu rebuscó en los cajones de su escritorio bajo la curiosa mirada del menor hasta que de ellos sacó un manojo de hojas envueltas en un sobre de papel madera.— Sabía que tu nombre se me hacía familiar. Al principio creí que era solo una coincidencia, pero luego… luego contraté un investigador privado. 

Luzu abrió el sobre y Quackity temió lo peor.

— Todo parecía muy normal en tu día a día y comencé a decepcionarme, hasta que… Adivina. —El hombre sacó una hoja del sobre. Más bien, una fotocopia de un acta de nacimiento que Quackity conocía bastante bien.— Encontré tu sucio secreto. ¿Quién hubiera pensado que "Quackity" era solo una máscara creada para esconder el apellido de tu madre? Ah, pero por suerte soy muy atento con las cosas familiares. ¿Tú qué opinas, A-? 

— No te atrevas a decir ese nombre. —Amenazó el más joven, lanzando con desprecio la bolsa de hielos sobre el escritorio.— Esa persona murió. Está enterrada junto a mi madre.

El contrario lo observó y luego a la bolsa de hielos que empapó su escritorio. Volvió su mirada al papel y exhaló por la nariz, como si esa rabieta por parte del menor solo fuera un chiste malo.

— Mis más sinceras condolencias. Tu madre era una persona muy alegre, honesta y leal. Nunca hubiese imaginado que se metería entre el matrimonio de mi hermano. —Quackity bajó la mirada sintiendo vergüenza. Lo sabía todo.— Pero al menos ahora entiendo por qué nunca fuiste afectado por Roier. 

— Sí, sí. Muy bonito el reencuentro familiar. ¿Ahora qué quieres? Ya lo sabes todo. 

— Tranquilo, Quacks. Solo quiero hablar. —El susodicho resopló y se cruzó de brazos, desviando la mirada hacia un costado.— Te recuerdo que aún trabajas para mí. Tu reputación es un completo desastre pero he financiado tu carrera desde que firmaste conmigo. Ahora me debes mucho dinero y si no te comportas tendrás que hipotecar tu lujosa mansión para pagarme. ¿Lo entiendes? 

Quackity respiró profundamente ignorando todos los insultos que quería soltar en ese momento. De todas formas era su propia culpa haber tirado su vida a un pozo sin fondo. 

— Sí.

— ¿"Sí" qué?

Preguntó en un tono demandante. 

Quackity tragó ruidosamente y bajó la mirada. 

— Sí, jefe

Cuando escuchó ruido a su alrededor, Quackity maldijo en voz baja. ¿Qué era lo peor que podía hacerle Luzu? Además de despedirlo, claro. Denunciarlo ante la ley, obvio. 

¿Sería capaz de ponerle una mano encima? Quizás. Una vez casi lo hizo en ese callejón, en ese caso era entendible porque prácticamente había entregado a su hijo con un pervertido. 

Quizás se merecía una buena golpiza después de todo. 

Una como la de los viejos tiempos. 

— Hm, la verdad esperaba que me llamaras "tío". —Quackity levantó la mirada con confusión y la sonrisa burlona del hombre no se hizo esperar. ¿Esto era un chiste?— Quackity, verás… no solo tengo tu acta de nacimiento. También mucha información personal, incluyendo situaciones de tu infancia. 

No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora