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Para Spreen, esa noche en dónde ambos bebieron y charlaron en completa confianza iba a ser la primera y última.

O eso se suponía.

Pero lo que el Manager no se imaginaba es que eso se iba a volver un indispensable ritual a seguir cada vez que terminaba el día y debía llevar al menor a su apartamento.
Spreen intentaba negarse pero siempre terminaba cediendo ante Roier, y esto sería raro si no hubiera un contexto detrás de eso.

Con cada noche que pasaba, parecía que Spreen desbloqueaba algo nuevo de Roier... Y quisiera que fueran cosas buenas pero no era así.

Hasta ahora lo único que sabía era que Roier no tenía más amigos además de Aldo y Mariana los cuales también eran sus primos, solo estaba rodeado de su familia. Roier no podía tener hobbys fuera de su departamento (aunque eso era más que obvio) y sus anteriores Manager habían sido un asco con él.

Roier le confesó las incontables veces que algún Manager se propasó con él, se obsesionaron con su persona y hasta llegaron al punto de esconder cámaras en su hogar con tal de invadir la privacidad del actor.

Y al saber eso, Spreen no podía evitar sentirse un poco culpable al no querer entablar una amistad con el chico y por eso terminaba aceptando las invitaciones por lástima.

Aunque al final no la pasaba tan mal.

— Ok, hemos llegado.

Hoy era un día diferente ya que ambos chicos estuvieron de un lado a otro. Roier tenía que grabar una escena por aquí, luego por allá, maquillaje por aquí, entrevistas por acá, etc.

Había sido totalmente agotador así que a Spreen no le sorprendía que el joven chico estuviera totalmente dormido en el asiento trasero.
A él también le encantaría estar durmiendo.

— Roier... Roier despierta...

El Manager comenzó a sacudir levemente el cuerpo del Actor con el fin de despertarlo, y unos minutos después lo logró.

— ¿Ya llegamos?

Murmuró adormilado el castaño. Lo cual, aunque no quisiera, enterneció al mayor.

Éste llevó su mano al cabello ajeno y lo sacudió para terminar de desperezarlo.

— Sí, ya es hora. Ponete el abrigo.

Indicó señalando la prenda. Roier no sé quejó y simplemente tomó el abrigo para colocarselo.

Ese día también era diferente porque extrañamente había más personas en la zona trasera del Edificio. Eso era peligroso pero a Spreen no le preocupaba, sabía que no lo reconocerían.

En cambio, Roier cuando finalmente dejo el sueño atrás y observó la cantidad de personas fuera del auto, tuvo un mal presentimiento.

Sin embargo, pasaron entre los fanáticos sin problema alguno. Quizás habían llamado la atención de algunas miradas pero el punto era que a nadie le importaba Spreen y su amigo "el chico chaqueta". O bueno, eso es lo que creían.

Cuando llegaron a la puerta trasera del Edificio, el Manager intentó abrirla con su mano libre pero la misma no cedió.

— Mm... Está trabada. —Spreen soltó el cuerpo del actor para intentar empujar con ambas manos pero no sé pudo.— Voy a ir a llamar a los de seguridad. Esperame acá.

El chico se volteó dispuesto a acercarse a los dos policías en una cabina a unos metros suyo pero Roier lo detuvo.

El joven sostenía a Spreen por el borde de su camiseta así que el mayor giró para ver qué sucedía, encontrándose con esos ojos marrones llenos de preocupación.

No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora