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La puerta del departamento se abrió lentamente, dejando ver a un joven algo desaliñado, con grandes ojeras bajo sus ojos y el cabello negro largo, totalmente desordenado.
Allí estaba de vuelta. Recién llegado de sus clases en la Universidad y dando inicio a sus vacaciones.

Odiaba tener que ser un adulto responsable.

Y también odiaba haber elegido estudiar Medicina.

Botó su mochila en el suelo y se dejó caer en el colchón de una plaza.
Su hogar no era el mejor, apenas tenía espacio para él pero eran los lujos suficientes que se podía dar un estudiante de 24 años que sobrevivía a base de trabajos de medio tiempo y comida instantánea. Ni si quiera tenía tiempo para estar en el depto así que no podía quejarse mucho de la mala decoración.

De su bolsillo sacó su celular para revisar sus redes sociales (con mensajes completamente inexistentes ya que no era una persona muy sociable) y luego su cuenta bancaria.

"$0.00"

Ah, había olvidado que tuvo que gastar todo lo ahorrado en su matrícula. Porque claro, Spreen pagaba todos sus gastos sin ningún tipo de ayuda de por medio pero también perdía cada trabajo que conseguía por sus horarios tan ajustados y su mal temperamento.

Quizás todo fuese más fácil si se hubiese quedado en la casa de sus padres.

Al principio había sido genial independizarse y alejarse de ese ambiente. Pero ahora se estaban poniendo las cosas muy difíciles para el Argentino.
Aunque claramente no volvería a casa de sus padres, eso no estaba de ninguna manera en sus planes y les había dejado muy en claro que lo último que haría sería volver a pisar ese asqueroso lugar. 
Pero si no pagaba la renta de ese mes, seguro terminaría durmiendo bajo algún puente o en la misma Universidad. Y de comer ni hablar.
Ya le había pasado unas semanas atrás tener que saltarse los almuerzos y algunas cenas con tal de ahorrar lo suficiente para la matrícula. Pero ahora no tenía nada de nada.

Quizás debería buscar un nuevo trabajo con mejor paga...

— Que día de mierda.

Murmuró con el cansancio carcomiendole lo último que le quedaba de vida. Estaba a punto de dormirse cuando su teléfono comenzó a sonar indicando una llamada.
Gruñó con molestía, tomando el pequeño objeto electrónico y atendió sin ni si quiera observar el nombre en la pantalla.

— Hola...

— ¡Spreen! Capo, por fin atendés.

Era su amigo, Carre. Obviamente, ¿Quien más podría llamarlo? Si ni si quiera tenía más amigos en su vida.

Mucho menos un interés romántico.

— ¿Que pijas querés?

— Pará, amigo. Hace una banda no hablamos ¿Y así me respondes?

Spreen puso sus ojos en blanco ya conociendo lo exageradamente dramático que era su mejor amigo.

— ¿No ves que soy sensible?

Dijo el menor, fingiendo un llanto desde el otro lado de la llamada. El joven estudiante suspiró cerrando los ojos y llevando la mano a su rostro.

— Decime para que llamaste o te cuelgo.

— Fua, amigo. ¿Estás bien?

Volvió a mover su mano hacia sus ondulados cabellos, estirando los mismos con la esperanza de entretenerse para mantener la poca energía que le quedaba y evitar dormirse a mitad de la llamada.

— No, boludo. Me consume la carrera y desde el último trabajo en esa Cafetería de mierda no pude encontrar uno nuevo.

— Quizás no te hubiesen despedido si no le arrojabas su café a ese tipo raro.

— ¡ESE VIEJO DE MIERDA ME ACOSABA! Dios, era asqueroso. —Soltó un quejido de total frustración al recordar el acontecimiento de su Ex Trabajo.— Por favor, si no tenes una oferta de trabajo que supere la paga mínima dejame dormir.

— No, no. Tranquilo, justamente por eso te llamaba.

De repente la conversación se volvió interesante para Spreen, tanto así que el sueño desapareció y de un salto se recompuso en la cama.

— ¿Cómo?

— Ah, ahí sí te pusiste buena onda ¿No?

— Dale, boludo. No jodas.

— En serio, amigo. Te conseguí un trabajo buenísimo y pagan mucho. Demasiado.

No puede ser real.

— ¿De que se trata?

— Es un trabajo algo... Complicado. Por eso pagan bastante pero nadie acepta.

Spreen entrecerró los ojos con sospecha, esperaba que no sea un trabajo raro como "acompañante" de mujeres mayores de edad o fotos íntimas en alguna red social extraña.
Carre ya le había aconsejado de vender fotos de sus pies a personas fetichistas, algo demasiado turbio.

— Pero pará, antes de que pienses algo turbio. Es un puesto de Manager en una compañía de Entretenimiento. Solo tenes que encargarte de cuidar a una de sus estrellitas y listo. ¿Que te parece?

No sonaba tan mal... ¿Entonces por qué era complicado?
Bueno, para ser sinceros a Spreen no le importaba que tan problemático pudiera ser el trabajo. A este punto aceptaba cualquier cosa menos vender su cuerpo.

— Ok... No está mal. ¿En serio no es nada raro?

— Posta, confiá en mí.

¿Confiar en Carre? Para nada, siempre algo salía mal cuando confiaba en él. Pero ésta vez necesitaba el dinero.

— Mañana es la entrevista, así que ponete bien fachero. Te mando la dirección y el horario por mensaje ¿Sí?

— Dale, gracias amigo. Te la debo.

— ¿Cuáles "gracias"? Mínimo me tenés que chupar la pij-

El más alto cortó la llamada antes de terminar de escuchar la ridiculez que iba a decir su amigo. Aunque eran bromas habituales entre ambos pero ahora no era momento para homosexualidades.
Realmente estaba muy agradecido de tener un mejor amigo como Carrera y más ahora que le había conseguido una entrevista de trabajo. Solo faltaba ver qué tan bueno era ese empleo.

No quería ser arrogante pero Spreen confiaba en sus habilidades. Lo único que arruinaba las cosas era su poca paciencia.





No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora