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— Spreen...

Eran las tres de la mañana cuando Spreen despertó por el débil llamado. Lo primero que vió fue unas mantas que no le pertenecían.

Cierto que se había quedado en el departamento de Roier...

— Spreen, despierta...

Volvió a repetir la misma voz, esta vez empujando ligeramente al chico medio dormido provocando que se girara en la cama para descubrir quién lo estaba molestando.

— ¿Roier? ¿Qué pasa? —Murmuró confundido mientras intentaba alcanzar su celular para verificar la hora.— Mierda, son las tres de la mañana. ¿Por qué seguís despierto?

Luego de esa bochornosa situación en el pasillo, ambos chicos terminaron ingresando al departamento donde (cuando dejaron la vergüenza de lado) tuvieron un pequeño debate sobre qué cenar, el cual finalizó en pedir una pizza y después de eso dormir porque ambos estaban exhaustos.

Pero Roier parecía tener problemas para conciliar el sueño.

— No puedo dormir.

Confesó con tono triste el menor quién estaba arrodillado junto a la cama, con sus brazos relajados en el colchón y apoyando su rostro sobre los mismos.

Spreen intentó quitarse el cabello que caía sobre sus ojos pero el sueño era más fuerte que él.

— ¿Por qué no lees un libro o algo?

— Eso es aburrido.

— Esa es la idea.

Roier bufó y Spreen rodó los ojos mientras volvía a acomodarse para dormir.

— Buenas noches.

— ¡No, Spreen! —Se quejó el actor empujando el cuerpo de su Manager.— No te duermas. Hablemos o hagamos algo ¡Lo que sea!

Pero Spreen lo ignoró.

Y esto provocó que Roier se ofendiera. Así que de alguna forma tenía que llamar su atención.

— ¡¿Qué estás haciendo?!

Exclamó Spreen cuando Roier se subió a la cama, pero éste no le respondió.

El menor se acostó a su lado y lo observó divertido. A lo que Spreen negó rápidamente.

— No. No te vas a quedar acá.

— ¡¿Por qué no?!

— ¡Porque no! —Respondió el mayor tomando una almohada y comenzando a empujar al chico con la misma.— ¡No podés dormir acá!

— ¡Pero Spreen! ¿Nunca hiciste pijamada con tus amigos?

Preguntó Roier resistiéndose a los empujones ajenos.

— ¡Nunca me gustaron las pijamadas!

— Eres un aguafiestas. —Volvió a quejarse el castaño cuando logró atrapar la almohada y quitársela.— Y un gruñón.

— ¡Dame eso!

Spreen se acercó y estiró su brazo para alcanzar el objeto pero Roier dejó caer la almohada lo más lejos posible sin decir ninguna palabra más. Esto confundió al Argentino que regresó su vista encontrándose al menor en completo silencio, sonrojado y a pocos centímetros de su rostro.

Ante esa situación, Spreen se alejó velozmente como si Roier tuviera alguna enfermedad contagiosa.

— B-bueno, hacé lo que quieras pero no me rompas las pelotas y dormite.

No era una decisión muy coherente teniendo en cuenta que lo que menos quería Spreen era tener al menor en su cama pero si así lograba que no molestara más, entonces lo dejaría.
De todas formas le dió la espalda y se acomodó del lado más lejano para no tener que estar cerca de él.

No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora