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Castaños.

Debilidad por los castaños. 

Roier mentiría si dijera que no se carcome la cabeza con aquellas palabras. Porque lo hace. Mierda, claro que lo hace. Y nunca en su vida había estado tan feliz y maravillado con su color de pelo. 

Si tuviera una tabla para indicar cuántos puntos iba en acercamiento al corazón de Spreen, seguramente tendría un número en negativo pero con esto se sumaba un punto positivo. Y eso era esperanza. 

Roier era idiota (eso ya lo dejamos en claro), pero no tanto. De alguna forma estaba recibiendo correctamente las señales de Spreen, las cuales le indicaban que estaba cada vez más cerca de ser correspondido. O deseaba que fuera así.

Pero entre toda su felicidad y esos rayos de esperanza… Había algo. 

Una pequeña cosa que amenazaba su mundo color de rosa:

"¿Y como estás tan seguro de que él no fue afectado?"

Mariana no tenía la culpa de su desestabilización con esa pregunta, él solo se estaba preocupando. Además, en ese momento ni siquiera Roier supo qué responder. 

Porque meses atrás estaba completamente seguro de que Spreen no estaba siendo afectado por la maldición. Pero ahora…

Era un poco diferente

Y Roier realmente rogaba, rezaba e imploraba que no fuera así. Que cualquier sentimiento que generara sobre Spreen fuera uno real, ya sea de odio, asco, confianza o amor. 

Porque Roier no podría vivir sabiendo que, en algún punto, Spreen se convertiría en lo que hoy en día es Cellbit. Suficiente dolor fue ver a Cellbit caer en la locura, nunca se lo perdonaría si hiciera lo mismo con Spreen. 

Y por otro lado, si Spreen tenía un sentimiento real hacia él… tampoco se perdonaría que saliera lastimado por un ataque de acosadores locos. 

Parecía que ambos lados llevaban al mismo punto: Su maldición. Y siempre Spreen saldría lastimado cerca suyo. 

¿Era mucho pedir Amar y ser Amado por la persona correcta sin tantos problemas de por medio?

— ¡Mierda! 

Exclamó Roier levantando rápidamente su mano para poder ver el corte en su dedo índice, dónde la sangre comenzaba a brotar.

Estaba tan distraído en sus problemas de niño maldecido que además de cortar la zanahoria para el almuerzo, también casi se rebana el dedo por completo. 

Porque, ¿Qué es un almuerzo sin un poco de sangre? Mm, para más sazón.

— Chingada madre…

Murmuró dejando el cuchillo de lado para poder alcanzar una servilleta y así limpiar la herida. Pero no llegó a tomar el papel cuando cierto pelinegro prácticamente se materializó a su lado.

— ¿Qué pasó? ¿Estás bien? 

Roier casi salta de su lugar al oír la repentina voz. Luego volteó a ver la entrada de la cocina pensando en que Spreen básicamente se movió como un ninja para no haberlo escuchado llegar.

Finalmente puso sus ojos en el mayor y su pecho se estrujó al ver la preocupación plasmada en su rostro.

— Estoy bien, tranquilo. —Respondió el castaño, y volvió a levantar su mano para mostrar la herida.— Es que estoy pendejo y me corté. 

Esbozó una sonrisa tonta hacia él, pero Spreen lo ignoró para acercarse y tomar su mano. Examinó el pequeño corte y luego tiró de él hacia el lavamanos de la cocina.

No Puedo Dejar de Mirarte | SpiderBearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora