CAPITULO 3

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CAPITULO 3

La vida de una sirena no es tan fácil

Zahara

Estiro mi espalda hacia atrás en la primera vuelta. Sonrío y me incorporo en la segunda. En la tercera, muevo mi cabello a los lados.

"Gimme more" de Britney Spears suena en los parlantes, el profesor indica el último movimiento de caderas, dando por finalizo la coreografía que debemos practicar para la siguiente clase.

Clase de baile libre que asisto tres veces a la semana, cada día un baile diferente, es la actividad física que realizo y me encanta. Siento que el baile está infravalorado como una forma de ejercicio. Mucha gente piensa que es solo moverse al ritmo de la música, pero en realidad es mucho más que eso. Bailar requiere coordinación, fuerza, flexibilidad y resistencia. Sudo más que en el gimnasio y además que trabajo todos los músculos de mi cuerpo.

El baile ha moldeado mi cuerpo como plastilina, dándole curvas y firmezas.

Algunas de mis compañeras, de las cuales saludo en ocasiones, observan las estrías blanquecinas que decoran mis caderas y finjo que no me doy cuenta de su mirada mientras que paso la toalla por mi rostro y luego por mi pecho. Me hago un recordatorio mental de decirle a Evelyn que los top deportivos de la nueva línea sí que son resistentes, mis senos se mantuvieron en su lugar la hora y media de clase.

Me pongo la remera manga larga de color lila y diciendo un adiós general, salgo del salón caminando por los pasillos de la academia. En la entrada hay un par de mujeres esperando en ser atendidas y no es de menos, si esta es una de las mejores academias de baile de la ciudad. Algunos profesores participaron en videos clips musicales y otros provienen del conservatorio nacional.

Me despido de la recepcionista, moviendo mi mano y luego, salgo hacia afuera. El sol brilla en lo alto del cielo vislumbrando la tarde otoñal y de mi bolso, saco mi botella de agua que bebo al tiempo que reviso mis mensajes. Le envió uno a mi madrina diciéndole que apruebo la prenda deportiva y otro a papá, recordándole que hoy merendamos los tres.

Después comienzo a caminar a la discográfica de mi hermano, se encuentra a unas cuadras de mi academia y en el trayecto, le escribo, avisando que voy en camino. Tarareando la canción de Britney que ha quedado en mi cabeza, llego y encuentro a mi hermano en la entrada, fumando un cigarrillo.

Me acerco rápidamente hacia él y sin darle tiempo a reaccionar, se lo quito de las manos para tirarlo al suelo y pisarlo.

—¡Te hace mal! —lo reto.

—De algo hay que morir, sirena. —dice desganado.

Mi nariz se arruga por su comentario.

—Y es preferible que la atrasemos. —pienso en una táctica —Imagínate que el mundo se pierda en ver al primer viejo ardiente. ¿Quieres eso?, ¿Qué no puedan ver tu belleza al crecer?

Azahar, ladea su rostro dejando a medio camino el nuevo cigarrillo que se iba a llevar a la boca. Puedo ver en su mirada como piensa mis palabras y consigo el efecto deseado cuando guarda el cigarrillo, asintiendo de acuerdo.

—Tienes razón, no puedo privar al mundo de mi belleza.

—Obviamente no.

Oculto mi sonrisa, mordiendo mi labio inferior. Azahar le gusta recordar cuan atractivo es y cada que tiene una oportunidad, lo da a relucir. Sin embargo, mi pequeña victoria decae cuando su mirada vanidosa cambia a una más suspicaz, como si me estuviera analizando.

—¿No dirás nada?

—¿Qué debo decir?

Lo observo, sin entenderle.

CURVAS SIN MIEDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora