Movida de marketing
Catriel
Algunas gotas de sudor bajan por mi rostro a medida que mis brazos se flexionan cuando levanto las pesas hacia arriba.
Las venas de mis brazos se remarcan con cada movimiento y procuro hacerlo correctamente mientras me observo en el espejo que abarca toda la pared de enfrente. Mis auriculares pasan desapercibidos por mi cabello negro y la remera gris deportiva se ajustan en mi torso, provocando cierta mirada femenina de mi derecha.
Ella corre por la cinta, mirándome de vez en cuando, sin embargo, no le prestó atención porque enfoco mi energía en el ejercicio.
Será por el horario, pero el gimnasio no se encuentra tan concurrido como esperaba y me agrada porque puedo usar las máquinas que desee sin tener que esperar. "No Worries" se llama el gimnasio en el que me encuentro, según lo que leí en línea, es uno de los mejores.
Continúo con mi rutina, escuchando el nuevo álbum de Artisc Monkeys en mis auriculares. Veinte minutos después, terminó.
Me dirijo al área de los casilleros con la vista en mi celular. Veo un mensaje de Azahar, citándome a una reunión. Le respondo que estoy en camino y, al levantar la vista, me encuentro con la mujer de antes, sentada allí, anudando sus cordones.
—Hola. —dice con voz melosa.
—Hola. —respondo, abriendo mi casillero y sacando mi mochila.
Percibo como se levanta y se posiciona a mi lado. Cierro el casillero y encuentro su rostro sonriente y dispuesta. Juega con un mechón de su cabello castaño, sin perder la sonrisa coqueta.
—¿Eres nuevo? Nunca te he visto.
Sonrió con su intento de ligue. Es bonita, sí, pero no estoy interesado, aun así, no quita que no pueda jugar. Me cruzo de brazos, apoyándome en la superficie de mi costado. Paso la lengua por mi labio inferior, captando su mirada.
—Soy nuevo en la ciudad,—murmuro en tono bajo —vine por trabajo.
—¿Y de qué trabajas?
Se acerca un paso más hacia mí, cien por ciento interesada, sin reconocer quién soy. Es una ventaja porque puedo divertirme.
—Soy periodista, escribo sobre política y economía.
Miento descaradamente.
—Wow, debes estar muy informado. —dice embelesada—¿Y qué te trae por aquí?
—Estoy haciendo un reportaje sobre la situación del país, las protestas, la corrupción, ese tipo de cosas. —le explico, inventando una historia creíble.
—Qué valiente. —suspira, tocando mi brazo con suavidad—¿Y no te da miedo?
—Un poco, pero me gusta el riesgo.
Mi sonrisa encantadora provoca que vuelva a suspirar, mi celular suena y finjo que leo.
—Debo irme, bonita. —extiendo mi mano —¿Hablamos otro día?
—Por supuesto. —asiente con su cabeza, repetidas veces.
Le guiño un ojo y luego volteo, marchándome del gimnasio e ir a la discográfica.
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A través de los amplios ventanales, la ciudad se despliega majestuosa a nuestros pies. En las paredes cuelgan discos de oro, y en un estante se exhiben varios Grammys. Desde mi posición en la silla no puedo distinguir las categorías de los premios, pero me invade la curiosidad y el deseo. Me imagino sosteniendo uno en mis manos, sintiendo el peso del reconocimiento. La idea me impulsa a acercarme y echar un vistazo más de cerca, con una sonrisa de autosatisfacción en el rostro.

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CURVAS SIN MIEDOS
RomanceDicen que las casualidades no existen, que es el destino el que juega sus cartas. Pero para Zahara y Catriel, sus encuentros parecen ser una mezcla de ambas cosas. Zahara, una modelo plus size que busca redescubrirse, está cansada de la monotonía y...